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A fondo

La caja de Sevilla sortea la maldición

Los más supersticiosos podrían pensar que la fusión de las cajas de Sevilla es víctima del mal de ojo. La integración de El Monte y San Fernando, aprobada en septiembre por sus consejos, se ha intentado ya en cuatro ocasiones, la primera de ellas hace más de tres décadas. La futura caja -cuyo nombre se mantiene en secreto, tal vez para espantar la maldición-, ha sido bautizada inútilmente en dos ocasiones anteriores. En 2001, la falta de consenso y el duro enfrentamiento de la Junta de Andalucía y el PSOE con los entonces presidentes dio al traste con la polémica Alcaja. Dos años más tarde, cuando los socialistas ya habían recuperado el control de las dos cajas, fueron las adaptaciones normativas a la Ley Financiera las que truncaron el alumbramiento de Guadalcaja.

El cuarto y último intento, el pilotado por los presidentes José María Bueno Lidón (El Monte) y Luis Navarrete (Caja San Fernando), tampoco ha estado exento de críticas. Se le ha reprochado su escasa celeridad y los cambios en la cúpula de El Monte en el tramo final de la fusión, cuando Bueno Lidón fue sustituido por sorpresa por Antonio Pulido. Este cúmulo de peripecias ha convertido la fusión en uno de los mayores quebraderos de cabeza del presidente Manuel Chaves y ha dado alas a las críticas del PP sobre las verdaderas intenciones socialistas de impulsar una unión que podría bloquear su proyecto de caja única.

La integración sevillana, torpedeada por Unicaja porque desbarata sus planes de protagonizar fusiones que le den el mando del sistema andaluz, obligó a Chaves a empeñar públicamente su compromiso con el proyecto después de que fuera la propia Junta y el PSOE andaluz quien lo abortarán en 2001. Además, la operación, que estará lista a las puertas de las municipales de 2007, es una bandera para el alcalde socialista de Sevilla y candidato a la reelección, Alfredo Sánchez Monteseirín.

El pacto laboral que entraña la fusión coloca a la nueva caja en el nivel salarial de las grandes con un coste medio de 56.000 euros por empleado

En este último intento, y a pesar de lo avanzado de la operación, todavía se contiene la respiración. El proyecto, aprobado por los consejos por unanimidad, debe ser ratificado por las asambleas antes de final de año para lograr los permisos pertinentes en seis meses y estrenar el periodo transitorio el próximo verano. Sin embargo, los últimos flecos del reparto de poder pueden aún enturbiar esta fusión. El PP andaluz, que no tenía representación en los consejos y que entró en El Monte con la incorporación de Pulido a la presidencia, dio su apoyo al proyecto en primera instancia, pero ahora amenaza con oponerse en las asambleas si no logra representación también en nombre de las diputaciones de Sevilla y Huelva, las dos entidades fundadoras de estas cajas.

Entre las tensiones, también sobresale la pugna a la hora de definir el organigrama transitorio, que finalmente será paritario entre las dos cajas igual que la propia fusión a pesar de que El Monte aporta a la unión el 60% de los beneficios. Despejada sin traumas la presidencia, en la dirección general se ha colocado como hombre fuerte a José María Ramírez Loma, que desempeñaba este cargo en San Fernando. En un segundo plano ha quedado la directora general de El Monte, María Luisa Lombardero, cuya salida de la entidad se da por hecha en medios financieros por su vinculación a la etapa de Bueno Lidón, una fase en la que volvieron los reproches del Banco de España por las altas inversiones inmobiliarias de la entidad.

La suma de las dos cajas se ha convertido así en una patata tan caliente para el PSOE. Este partido, que ostenta el poder en las dos cajas sevillanas en alianza con CC OO e IU, no ha reparado en costes para materializar la fusión, con un acuerdo laboral de 13 millones anuales, ni ha dudado en aplastar los últimos intentos por neutralizar la unión, como el protagonizado por Unicaja con una integración a tres bandas. La respuesta del presidente Chaves fue tajante: primero El Monte y San Fernando y, después, todas las integraciones posibles. Tras la consolidación del poder de la Iglesia en Cajasur, la Junta renuncia implícitamente a su proyecto inicial de caja única, pero acelera el de 'gran caja regional' al considerar la fusión de Sevilla un primer paso en esta dirección. Pero, ¿cuál será la siguiente en sumarse y en qué plazo? ¿Apoya la Junta la opción de Unicaja o está abierta a otras alternativas como la suma de Caja Granada en primer término? Estas preguntas abren nuevas batallas. Una parte de los directivos advierten que la fusión de Sevilla exige su propia digestión, aunque Antonio Pulido, que será el presidente de la nueva caja durante el periodo transitorio y que aspira a mantenerse en este cargo, no descarta nueva operaciones a corto plazo.

Un acuerdo laboral de lujo

El histórico acuerdo laboral de la fusión coloca a la nueva entidad al nivel de las grandes cajas como Caja Madrid o La Caixa en cuanto a condiciones laborales y complicará la tarea de mejorar los actuales datos de eficiencia y productividad (ver cuadro). El pacto supone elevar un 4,6%, hasta los 280 millones, los gastos de personal que registraron las dos cajas en 2005. Fuentes financieras alertan de que este alto coste puede suponer un lastre para el futuro de la fusión, un extremo que niegan fuentes como UGT, el sindicato que no estuvo en el acuerdo laboral de 2001 impulsado por CC OO y que ha sido ahora el principal artífice de las mejoras.

Para Cecilio Fructuoso, responsable de UGT Andalucía en la sección de cajas, el pacto que garantiza el empleo de los más 5.000 trabajadores de ambas cajas no implica ningún peligro para la viabilidad de la entidad, mientras que la coloca un 30% por encima del convenio nacional del sector y un 8% por delante de las condiciones laborales medias de las seis cajas andaluzas. Pero en el sector andaluz, que no dispone de convenio propio, no todas la entidades presentan los mismos niveles. Unicaja, que arroja en el marco regional los mejores coeficientes de eficiencia y productividad, es por contra la entidad que dispone del peor convenio, según asegura Fructuoso. El pacto laboral sevillano incrementará esta distancia hasta rebasar en un 28% las condiciones laborales que rigen en Unicaja. De esta forma, el coste medio por empleado se sitúa en la caja malagueña en 51.000 euros anuales frente a los 56.000 de la caja fusionada.

Estos menores gastos laborales de la entidad presidida por Medel, 236 millones de euros en 2005 frente a los 260 que sumaban El Monte y San Fernando para una plantilla similar, permiten que en la comparativa sea la caja malagueña quien gane la partida en rentabilidad.

El pacto laboral sevillano se convertirá en el referente a la hora de renegociar, el próximo año, los convenios de cada entidad, según admite UGT, un sindicato que se queda en minoría en la nueva caja.

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