La UE se resigna a contar con Putin como aliado
La UE se resignó el viernes en la cumbre de Lahti a estrechar los lazos políticos y geoestratégicos con el presidente ruso, Vladimir Putin, a pesar de las crecientes dudas sobre sus credenciales democráticos.
Putin hizo valer durante la cena de honor que le ofrecieron Los 25 en la pequeña localidad al norte de Helsinki su calidad de principal proveedor energético de la UE. Y aunque reconoció la dependencia de la economía rusa de las exportaciones a Europa, dejó claro que ya no acepta una relación comercial que, a su juicio, sólo favorece a los países consumidores.
'No dejemos que la energía divida a la UE y Rusia como un día hizo el comunismo', resumió el presidente de la CE, José Manuel Barroso, la inevitable alianza. Para conseguirlo, Barroso secunda las tesis franco-alemanas sobre la relación con Moscú: 'Debemos evitar la politización del tema energético, y para ello lo mejor es aplicar los principios del mercado: apertura, transparencia y no discriminación'.
En esa misma línea apolítica, el presidente francés, Jacques Chirac, y la canciller alemana, Angela Merkel, impidieron que la cena con Putin derivase en una trifulca sobre derechos humanos y conflictos territoriales. El propio Putin se encargó de rebatir a los intervinientes que osaron reprocharle sus políticas. A alguno, como al líder estonio, Andrés Ansip, tenía fácil recordarle el trato discriminatorio que soporta la minoría rusa de ese país. A Josep Borrell, como no intervenía en nombre de ningún país sino del Parlamento europeo que preside, le recordó los abundantes casos de corrupción inmobiliaria en la costa andaluza.
La culpa de Shell
Putin culpó a Shell por la revocación de sus permisos para explotar el campo de gas ruso Sakhalin II. Putin cree que la decisión también se debe a la maniobra de Shell de 'doblar' los costes de explotación para retrasar varias décadas el reparto de beneficios.