Las pirámides de Túcume
Al norte de Perú se localiza esta metrópoli de tierra y adobe levantada por la cultura preincaica sicán. Desde el monte sagrado Cerro Purgatorio se captan inolvidables puestas de sol
Las ruinas de Túcume son una de las grandes sorpresas del Perú. Situadas a unos treinta kilómetros de Chiclayo, en el norte del país, conforman una enorme metrópoli de tierra y adobe, con no menos de veintiséis pirámides, edificios menores y un pequeño museo de sitio. Alfred Kroeber, de la Universidad de California, fue el primero en estudiarla en 1925. Todavía hoy el espectáculo que se ofrece a los visitantes es el de un enorme campo de ruinas, excavado en sólo una ínfima parte, vigilado por el Cerro Purgatorio, un monte sagrado desde el cual se captan unas puestas de sol inolvidables.
Túcume fue levantada por una de las muchas y desconocidas culturas preincaicas del Perú, la cultura sicán. æpermil;sta se desarrolló a partir del año 700 d. C., y tuvo su momento de esplendor entre los años 900 y 1100. No hay que confundirla con Sipán y sus célebres tumbas reales (Señor de Sipán), que pertenecen a la cultura moche o mochica, anterior a ésta: la cultura sicán es heredera, precisamente, de los moche y de los wari, y tras seis siglos de vigencia, fue tragada por el imperio chimú hacia el año 1375; los chimú serían, a su vez, conquistados por los incas, y éstos, por los españoles.
La sociedad sicán estaba sometida a un férreo control religioso, mientras que sus artesanos alcanzaron niveles asombrosos en el trabajo del oro y la plata. Gracias al comercio, extendieron su prestigio por la región, uniendo las tradiciones provenientes de la sierra central con las de la costa norte. Pero no pudieron evitar tensiones y violencias sociales que les obligaron a trasladar la capital a Túcume. En la zona donde estuvo su centro primitivo, en Ferreñafe, se alza ahora un museo de líneas vanguardistas que semeja una pirámide de cristal. Allí se custodia la memoria de este pueblo, consistente en preciosos objetos de orfebrería que los huaqueros saqueaban y vendían todavía en la década de los ochenta.
El arqueólogo estadounidense de origen japonés Izumi Shimada logró frenar el saqueo e impulsar un proyecto que desembocó en la creación del museo, inaugurado en 2001. Una de las cosas que más sorprende, aparte de los objetos de oro, son los enterramientos: los hacían en forma de pozo (hay varios reconstruidos en el recinto), acumulando sobre los cuerpos momificados varias capas de vasos metálicos y piezas de orfebrería.
El traslado capitalino a Túcume tuvo lugar hacia el año 800. En el museo de sitio, a la entrada, se puede obtener información previa. Lo que se visita es, básicamente, la huaca o pirámide El Mirador, de unos treinta metros de altura y con la rampa de acceso más prolongada del sitio. Al lado se halla Huaca Larga, la estructura de adobe más grande de Perú: una inmensa plataforma con espacios interiores que incluyen patios y plazas ceremoniales, zonas residenciales, templos y mercados.
Subir al Cerro Purgatorio tiene otro aliciente además de las vistas aéreas: es un monte sagrado, que en su día estaba vetado al pueblo llano mediante un muro, y que aún hoy sigue siendo reverenciado por los brujos o chamanes de la zona. Los cuales siguen en activo, como último rescoldo de aquella cultura pretérita. Basta con preguntar discretamente, y enseguida le susurrarán el nombre de alguno de mayor prestigio a sólo un paso de Túcume. Por 10 ó 50 dólares (depende del servicio), plantará sus cuchillos, santos y objetos mágicos sobre la tierra, quemará copal, escupirá chicha y le hará una limpieza en general o le curará alguna dolencia en particular: el turismo, además de instruir, puede ser bueno para la salud.
Guía para el viajero
Cómo ir: Iberia (902 400 500, www.iberia.com) tiene un vuelo diario, sin escalas, entre Madrid y Lima; sale de Barajas a las 12.40 y llega a Lima doce horas después, a las 17.40 (el desfase horario es de siete horas, es decir, el vuelo dura doce horas). El avión de regreso sale de Lima a las 19.55 y llega a Madrid a las 14.25, el precio del billete es desde 608 euros (temporada baja) a 700 (temporada alta), o 2.505 ¦euro; en clase business. Hasta Chiclayo vuela Star Perú (Tel. 01 705 9000, www.starperu.com), el precio i/v es de 390 nuevos soles (unos 96 euros).Alojamiento: Gran Hotel Chiclayo (Avda. Federico Villarreal 115, tel. 51 74 234911, reservas@granhotelchiclayo.com.pe) es un cuatro estrellas en pleno corazón de la capital regional, a pocas cuadras de la catedral y parque principal. Amplio y funcional, dispone de piscina y jardines.Comer: Fiesta Restaurant Gourmet (Avda. Salaverry 1820, tel. 054 201970) es el sitio más recomendable en Chiclayo para probar la comida regional; especialidades como el arroz verde (con pato y cilantro), la sangrecita (morcilla desestructurada), el chirimpico, el ceviche o la tortilla de raya no son fáciles de encontrar en otros sitios. Un postre típico es el King Kong, también los alfajores y el machacado de membrillo. Para acompañar, la chicha de jora, licor de maíz fermentado de origen preincaico.