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Tribuna
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Colaboración frente a incertidumbre

La industria biomédica es uno de los sectores que mayor esfuerzo realiza en I+D+i en España, según el autor. El reto es seguir avanzando en esta tarea, para lo que reclama el apoyo de la Administración con el objetivo de acabar con la incertidumbre abierta, en su opinión, por la nueva Ley del Medicamento

A lo largo de la historia, uno de los factores que han contribuido a hacer de las sociedades conjuntos más fuertes y con mejores perspectivas de desarrollo futuro ha sido su capacidad para superarse y afrontar nuevos retos. La adaptación a las nuevas situaciones, que la dinámica social presenta, se convierte en un elemento esencial en el trabajo de las organizaciones y obliga a establecer relaciones y a buscar entendimientos que permitan armonizar los distintos intereses.

La industria biomédica en España, convertida, gracias al trabajo de sus empresas, en uno de los sectores que mayores esfuerzos ha realizado en investigación y desarrollo en nuestro país, se enfrenta al reto de seguir avanzando en esta tarea y contribuir, así, a la mejora de la calidad de vida de los pacientes y de la competitividad de la industria española.

El cambiante marco regulatorio en el que el sector trabaja, la necesidad que tienen las Administraciones públicas de hacer frente a un gasto sanitario creciente, la ausencia de una armonización de la propiedad industrial y las cada vez mayores exigencias sobre la extensión y eficacia de los tratamientos constriñen el desarrollo de una industria que, a pesar de ello, cree en sí misma.

El reconocimiento de la innovación a través de las patentes es una necesidad estratégica de la industria biomédica que no ha encontrado reflejo en la nueva ley

Sin embargo, la aprobación el pasado mes de julio, después de un largo periodo de tramitación, de la Ley 29/2006 de Garantías y Uso Racional del Medicamento y Productos Sanitarios, que viene a sustituir a la anterior Ley del Medicamento, ha abierto un horizonte de incertidumbre en el sector.

Durante la tramitación de la nueva ley, la industria biomédica española ha insistido en la necesidad de que ésta sirviera para construir un marco estable que respondiera a los objetivos, tanto de las Administraciones públicas como de las empresas del sector y, además, contribuyera a garantizar una prestación farmacéutica de calidad para todos los pacientes.

La nueva ley aborda muchas de las cuestiones que más preocupan a las compañías biomédicas, pero lejos de conseguir abrir un nuevo horizonte de desarrollo a las empresas del sector y, desde él, contribuir a ampliar las actividades de investigación en nuestro país pone el énfasis en aquellos aspectos económicos que buscan conseguir una sostenibilidad financiera del Sistema Nacional de Salud, como el sistema de precios de referencia -el Estado paga buena parte de los medicamentos que se consumen en el país- y no tanto en el desarrollo del sector, lo cual implica una visión a corto plazo de indudable riesgo. El impacto que su aplicación tendrá en el conjunto de la industria biomédica será elevado, tanto que se cuantifica en una reducción de los ingresos superior a los 750 millones de euros, aproximadamente el 8% de las ventas.

Si se analiza la inversión en I+D+i realizada por el sector en España en el periodo 1995-2004, ésta se ha incrementado en un 120%, con una tasa media acumulada del 12,2%, casi el doble que la cifra de negocios en este periodo (6,3%). Además, entre un 17% y un 20% de las ventas se han reinvertido. æpermil;sta es una inversión a largo plazo, de costes elevados y de alto riesgo.

A todo este panorama se une la necesidad que tiene la industria biomédica española de acabar con las diferencias en materia de protección de patentes de medicamentos que existen con sus socios europeos. Hasta el año 2012, muchos medicamentos están protegidos frente a los genéricos en toda Europa, excepto en España. Si bien esta situación es transitoria, el agravio comparativo contribuye a desincentivar la inversión en I+D+i. El reconocimiento de la innovación a través de las patentes se convierte en una necesidad estratégica de la industria biomédica innovadora que no ha encontrado reflejo en la ley.

Pese a ello, el sector biomédico cuenta con ventanas abiertas para intentar reconducir esta situación de incertidumbre. Aún quedan muchos ámbitos de la ley que precisan de un desarrollo normativo, en cuya redacción puede y debe participar la industria, para contribuir a aminorar los impactos económicos previstos y mejorar la valoración de cuestiones tan esenciales como la innovación.

Nuestra predisposición para la colaboración, para trabajar conjuntamente con las Administraciones públicas, con transparencia, rigor y objetividad en el desarrollo de este nuevo marco legal es absoluta. La industria biomédica está dispuesta a afrontar los retos que la nueva situación social demanda; por eso, nos encontramos ante un entorno que nos obliga a redoblar los esfuerzos en la búsqueda de un marco regulatorio, en el que todos ganen y ninguno pierda.

Pero, a su vez, es necesaria también la voluntad y el esfuerzo desde el ámbito de las Administraciones públicas, pues sin esto último es imposible poder seguir afrontando nuestro futuro con optimismo, sabedores de que éste también es parte del futuro de los ciudadanos en su conjunto.

Emilio Moraleda. Presidente de Pfizer España

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