Una burbuja de lujo protege a los tenistas de élite
La vida de un tenista de élite, como los que participan esta semana en el Masters de Madrid, está rodeada de lujo pero resulta monotemática, y está teñida de una cierta indefensión frente a las exigencias de la realidad cotidiana. Tiene su lógica; son personas que, en la mayoría de los casos, tuvieron que entregarse a largas horas de entrenamiento durante años en lugar de llevar una infancia en la que aprender a desenvolverse en la vida normal, y luego abandonaron su entorno familiar para sumergirse en otro competitivo.
No hay días típicos para ellos. Viajan constantemente, los que se lo pueden permitir en clase business. El número 1, Roger Federer, lo hace en chárter privado. Una vez en el lugar del torneo, hasta el día antes, no saben la hora de juego, que puede depender de las necesidades de la televisión y la duración de los partidos anteriores. Las largas esperas hacen que la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) se preocupe de que en cada torneo se instale una suerte de hotel de cinco estrellas en el que los jugadores matan las horas; entre los tenistas españoles, se le suele llamar el club, en referencia a que muchos de los torneos -el más notorio, el Conde de Godó- se organizan en clubes ocupados por particulares durante el año.
Los tenistas se tumban en los grandes sillones para jugar con sus ordenadores portátiles, ver otros partidos por televisión -preferiblemente, los de posibles rivales- o tan sólo charlar. En el torneo de Madrid, por ejemplo, se añade para la ocasión un completo gimnasio, restaurante, consolas de videojuegos, mesas de ping-pong, futbolines, billar, un pequeño videoclub para alquiler de películas, una sala de home-cinema, una peluquería exclusiva Todo atendido por un abanico de personas dedicadas a atender cualquier necesidad de los jugadores sin que tengan la necesidad de salir de ese entorno arropado.
La ATP brinda planes de pensiones, seguros médicos, asesoría fiscal y créditos para montar negocios a los jugadores que se retiran
Entre las peticiones que reciben estos auxiliares pueden estar comprar champú o un cargador de móvil de un determinado modelo, reservar mesa en un restaurante o anular una tarjeta de crédito desaparecida y conseguir otra. Además, organizan actividades extradeportivas, de las cuales cada torneo también prepara un amplio abanico para los jugadores. En Madrid, además de la fiesta oficial en una sala de moda, hay excursiones a tablaos flamencos, visitas a musicales y asistencia a partidos del Real Madrid.
Cuanto más éxito tiene el jugador, mayores son sus compromisos extradeportivos, además del número creciente de partidos (un top-ten triplica en partidos anuales al 50 del mundo, que la mayor parte de las semanas no juega más que hasta la segunda o tercera ronda). En un torneo 'en casa' como éste, los jugadores españoles deben atender a los aficionados e invitados de la marca en actos organizados por los diferentes sponsors del evento. Luego, existen otras compensaciones; las marcas de ropa patrocinadoras, por ejemplo, ofrecen a todos los jugadores sustanciosos descuentos en las compras.
El tenis es el único deporte en el que un organismo creado por los propios deportistas, la ATP, organiza la mayor parte de los eventos. La tutela de la ATP sobre los jugadores es continua. Para acceder a ella, además de hacerse valer con su juego, el tenista debe superar un examen con unos mínimos conocimientos de economía, etiqueta y organización interna.
A partir de su ingreso, la ATP le ofrece todo tipo de facilidades para que desarrolle su carrera profesional y planifique su futuro: desde seguros médicos para sí mismo o para su familia hasta planes de pensiones, pasando por becas para que estudie en universidades a distancia, cursillos sobre temas concretos que se imparten en determinados torneos -en particular, en Cayo Vizcaíno y Montecarlo, donde se encuentran las sedes de la ATP-, asesoría fiscal y facilidades para conseguir créditos a través de Stanford Financial, uno de sus patrocinadores, con los que crear empresas para su retirada. La enseñanza o la creación de clubes privados de tenis es el camino más escogido por los jugadores tras su retirada.