Discriminación en la UE
La opa de Eon sobre Endesa ha tenido el inesperado efecto colateral de permitir a la Comisión Europea estudiar la rocambolesca fusión que dio lugar al nacimiento del gigante alemán. La fusión de Eon y Ruhrgas escapó en 2002 al control comunitario, y aunque la autoridad de competencia alemana vetó la operación, el Gobierno de Gerhard Schröder decidió aprobarla. Berlín se arrogó, además, la posibilidad de forzar durante 10 años a cualquier comprador de Eon a vender la filial gasista si lo considera necesario para los intereses de la política energética alemana.
Bruselas, por razones desconocidas, ha decidido ignorar esta aparente acción de oro durante cuatro años. Pero la decisión de la CNE de imponer una condición similar (la decimoséptima) a una posible fusión de Eon y Endesa ha forzado a la Comisión a reconocer su error. Bruselas ha declarado incompatible con el derecho comunitario la cláusula de la CNE. Y ahora ultima un expediente disciplinario contra Berlín por una condición casi igual. Lo hace con cuatro años de retraso, pero al menos la opa de Eon ya ha servido para algo.