La rigidez laboral lastra la competitividad, según un estudio
Uno de los puntos negros de la economía española sigue siendo su falta de competitividad. Esto es al menos lo que dice el último informe en esta materia del World Economic Forum, que apunta que la solución pasa por flexibilizar el mercado laboral y mejorar la calidad de la educación superior.
Por qué España, la octava economía del mundo, permanece un año más en el vigésimo octavo puesto en competitividad? Esta pregunta subyace en las conclusiones del capítulo dedicado a España dentro del informe sobre Competitividad Global, hecho público ayer en Nueva York por el World Economic Forum (WEF).
Este índice, que este año ha sido elaborado por el equipo del profesor Xavier Sala i Martín de la Universidad de Columbia, analiza la competitividad de 125 países en función de 100 indicadores.
Las economías más competitivas para 2006 y 2007, según el estudio, son Suiza, Suecia y Finlandia, seguidas por Dinamarca, Singapur, Estados Unidos, Japón y Alemania. La clasificación cambia de forma drástica si se aplica un segundo indicador, incorporado este año, en el que se analiza sobre todo la sofisticación de las empresas y la calidad del entorno para hacer negocios. Conocido como indicador de competitividad en los negocios, la clasificación está encabeza por Estados Unidos, Alemania y Finlandia, mientras que España se mantiene en un discreto trigésimo puesto.
80 altos directivos españoles consultados piden flexibilizar el mercado laboral para mejorar la productividad
¿A qué se debe la mala posición de España en ambos indicadores? El estudio apunta que los principales puntos negros de la economía española son la falta de flexibilidad y eficacia de su mercado laboral, las distorsiones en el mercado de bienes y una escasa calidad de la educación secundaria y terciaria, 'que impide el pleno desarrollo de su capacidad para crear una economía del conocimiento'. Una teoría avalada por 80 altos directivos españoles, que en paralelo al informe han contestado un cuestionario en el que se les pedía identificar el origen de la falta de competitividad. El 22,6% de los encuestados cree que el principal problema para hacer negocios en España es una regulación laboral restrictiva, mientras que el 14,3% y el 13,16% consideran que los principales obstáculos son la burocracia gubernamental y los tipos impositivos.
Sin embargo, Eduardo Ballarín, catedrático del IESE y coordinador del trabajo en España, apuntó ayer, en la presentación del informe en España, que 'los buenos datos macroeconómicos no son reflejo de nuestra competitividad subyacente'. Ballarín aseguró que el principal factor que está lastrando la competitividad de la economía española es la falta de productividad, agudizada por el diferencial de inflación con la zona euro y el déficit de la balanza por cuenta corriente. 'Sin embargo, la inflación y el déficit por sí solos no explican la falta de productividad de nuestro país, ya que, por ejemplo, Estados Unidos tiene unos grandes desequilibrios macroeconómicos y sin embargo está muy arriba en la clasificación de economías competitivas en los negocios', señala.
Con el objetivo de profundizar más en las razones de esa falta de competitividad, dice Ballarín, se ha dividido el análisis de los dos indicadores en nueve capítulos (instituciones, infraestructuras, macroeconomía, educación y salud, formación, eficiencia del mercado, capacidad tecnológica, sofisticación de los negocios y calidad del entorno empresarial), en los que España suspende prácticamente en todos.
España ocupa una clasificación similar en todos los capítulos (entre los puestos 22 y 39), excepto en el de la educación primaria, en el que ocupa el quinto puesto, quizá, según Ballarín, porque este índice sólo recoge el número de estudiantes escolarizados. 'Lo que lastra la competitividad es el descenso pronunciado de la productividad total de los factores, entre los que están la intensidad del capital, la formación de los trabajadores, la eficiencia o la innovación en los negocios', confirma.
Pero no todo son sinsabores para España. En el estudio se asegura que los puntos fuertes son unas excelentes tasas de escolaridad, unos buenos indicadores en sanidad pública, buenas infraestructuras y un entorno macroeconómico estable.
Suiza Innovación, protección de la propiedad intelectual y estabilidad
Suiza ha escalado tres puestos en el índice global y ocupa por primera vez la primera posición, en detrimento de Estados Unidos, que ha bajado hasta la sexta posición.Los autores del informe apuntan que ha alcanzado esta posición gracias a la transparencia y la estabilidad del entorno institucional del país, las excelentes infraestructuras, los mercados eficientes y los altos niveles de innovación tecnológica, además de una fuerte inversión en I+D y una gran protección de la propiedad intelectual.Finlandia, Suecia y Dinamarca siguen a Suiza en la clasificación de las economías más competitivas, gracias, según el estudio, a unas políticas fiscales prudentes, 'que les ha permitido realizar considerables inversiones en educación e infraestructuras', y a los buenos datos macroeconómicos, 'que les ha permitido encadenar superávits presupuestarios durante varios ejercicios y tener una media de deuda pública inferior a la del resto de Europa'.
Estados unidos El primero en el índice de negocios y el sexto en el global
¿Cómo es posible que Estados Unidos ocupe el primer puesto en el índice de competitividad en los negocios y el sexto en el índice global? El catedrático del IESE señala que mientras que el índice de los negocios sólo tiene en cuenta variables microeconómicas, como el entorno para los negocios, la confianza empresarial o la formación de la mano de obra, el índice global se centra más en variables macroeconómicas. 'Por ese motivo, Estados Unidos ocupa el sexto puesto en el índice global, ya que su fuerte competitividad está muy amenazada por fuertes desequilibrios macroeconómicos, en particular por los crecientes niveles de deuda pública asociados a reiterados déficits fiscales', señala el estudio.Algo parecido ocurre con Francia, que ocupa el puesto 18 del índice global, por el fuerte déficit público que tenía en 2005 (un 2,9% del PIB) y una deuda pública superior al 67% del PIB, que en el capítulo macroeconómico le deja en el puesto 80.