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Columna
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Presupuesto y estabilidad: Los dos grandes desequilibrios

La pregunta que nos planteamos es si el Presupuesto aprobado por el Consejo de Ministros para 2007 corrige los dos grandes desequilibrios de la economía española: inflación, situada en 1,5 puntos superior a la media de la Unión Monetaria y aún más si consideramos sólo los países con los cuales se produce la mayor parte de nuestro comercio, y déficit exterior de la balanza comercial, equivalente al 7,6% del PIB, el más alto del mundo.

Dos causas originan el fuerte diferencial de inflación que tenemos con los países de la UME: la demanda interna, que excede en 1,5 puntos al potencial de crecimiento de nuestra economía, y la falta de competencia en determinados sectores, principalmente en el sector servicios, no sujeto a la competencia. El 75% del diferencial de inflación proviene del exceso de demanda interna. ¿Qué hace el Presupuesto 2007 para contenerla? La contestación es simple: nada. El gasto de los Presupuestos para 2007 crece el 6,7% sobre el de 2006, sin embargo los ingresos aumentan en el 14% en los Presupuestos iniciales.

Hay que tener en cuenta que en la ejecución del Presupuesto para 2007 puede darse también una desviación entre el Presupuesto inicial y la liquidación, por lo que a efectos de comparar el Presupuesto de 2007 con 2006 debe hacerse en términos homogéneos, es decir entre Presupuestos iniciales, sin perjuicio de que a efectos del análisis de estabilidad se empleen ingresos y gastos estimados.

Efectuada la comparación en la forma expuesta, se pondrá de manifiesto que el pequeño superávit del Estado es debido a la alta inflación que padece la economía española, es decir se está transformando la inflación en ingresos impositivos, precisamente el impuesto más perjudicial para las rentas bajas.

En una situación inflacionista como la que tenemos, con un fuerte exceso de demanda interna, lo lógico hubiera sido tener el Estado un superávit de punto y medio del PIB para eliminar justamente el exceso de demanda que tenemos. Este exceso de demanda interna, unido a una débil competencia en determinados sectores de nuestra economía, especialmente el de servicios, ha provocado el alto diferencial de inflación con la media de la Unión Europea, dando lugar a una pérdida de competitividad de nuestra economía, como demuestra la alta tasa de crecimiento de nuestras importaciones y no de las exportaciones.

El déficit de la balanza comercial fue en 2005 del 7,6% del PIB, con un aumento del 45,9% con respecto a 2004, que a su vez creció el 70% sobre 2003. Dado que el 75% del diferencial de inflación es consecuencia del exceso de demanda interna, queda justificado que, en tanto no se cambie la política presupuestaria transformándola en fuertemente contractiva, no se corregirá el diferencial de inflación y el déficit comercial exterior.

Y para colmo, en esta situación, en el próximo año entrarán en vigor las nuevas Leyes del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) y del Impuesto sobre Sociedades, que dan lugar a un aumento de la renta disponible de las familias y de las empresas y, en consecuencia, al aumento del consumo privado y de la inversión de las empresas. Más leña al fuego de la demanda interna.

Catedrático emérito de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)

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