Invertir en petróleo, de la oportunidad a la burbuja
Bajo la premisa de que 'el petróleo se acaba', la misma que se empleó en la crisis de los años setenta y ochenta, la inversión en el llamado oro negro y, por extensión, en una larga serie de materias primas se ha multiplicado hasta el punto de que el dinero metido en índices de materias primas ha aumentado un 50% hasta llegar a 90.000 millones de dólares (unos 71.150 millones de euros), de acuerdo con datos de Reuters. JPMorgan ha analizado cuatro grupos de inversión alternativa en busca de indicios de una burbuja: materias primas, hedge funds, capital riesgo y mercado inmobiliario. Su conclusión es que 'las mayores evidencias de burbuja aparecen en las materias primas relacionadas con la energía' y, en particular, 'es el petróleo el que más se acerca a los síntomas propios de una burbuja'.
El banco parte del axioma de que 'una burbuja sólo puede detectar de forma inequívoca cuando es demasiado tarde, cuando ya ha estallado'. Pero, con todo, sí que se pueden sintetizar una serie de constantes que se repiten en las burbujas: retornos excesivos, valoraciones muy caras y actividad especulativa; las evidencias de ésta última consisten en fuertes flujos de fondos, un volumen muy elevado de negociación y un creciente endeudamiento.
El corolario del estudio realizado por JPMorgan es que, a medio plazo, 'de entre todas las inversiones alternativas hay más valor en hedge funds y en capital riesgo, que en materias primas o en el sector inmobiliario'.
'Dada la gran variedad de materias primas, desde energía hasta metales preciosos, desde metales básicos hasta productos agrícolas, la mayoría de los inversores accede a esta clase de activos a través de productos estructurados o de índices', explica JPMorgan.
Los números son contundentes: la inversión vinculada al índice Goldman Sachs de Energía ronda los 60.000 millones de dólares (47.430 millones de euros), un 20% más que el año pasado, pero cuatro veces más que en 2002. La inversión ligada al Dow Jones-AIG Commodity Index ha crecido un 50% en un año y asciende ahora a unos 30.000 millones de dólares (23.715 millones de euros).
Un ejemplo de la euforia que domina al mercado es la proliferación de hedge funds, fondos de alto riesgo cuyo objetivo es generar permanentemente rendimientos superiores al mercado, especializados en energía. Han surgido tantos que en EE UU ya se ha creado el Energy Hedge Fund Center, que cifra en 500 los fondos del sector presentes en la industria de la energía, casi tres veces más que en 2004.
JPMorgan calcula que, en términos globales, las inversiones alternativas ascienden a unos 3 billones de dólares (2,37 billones de euros), lo que equivale a un 8% de las inversiones en activos tradicionales. Tienen un riesgo obvio, pero el hecho es que en los últimos 12 años su rentabilidad ha batido de manera sistemática al retorno medio de la renta variable o los bonos.
El meteórico crecimiento de los fondos de inversión alternativa
El número de hedge funds o fondos de inversión alternativa ha crecido de forma exponencial en los últimos años a escala global y esto ha llevado aparejado un aumento más que notable de los activos, que se han duplicado en los últimos cuatro años y que ahora ascienden a la respetable cifra de 1,2 billones de dólares (0,95 billones de euros), gestionados por cerca de 9.000 fondos. El primer semestre del año ha registrado una cifra récord de flujos de 132.000 millones de dólares (104.350 millones de euros).Especializados en explotar las ineficiencias del mercado, en los últimos 12 años los hedge funds han aportado de media un rendimiento superior en 5,4 puntos al proporcionado por la inversión en liquidez, toda una prueba de su eficacia.