11-S, ¿ataque fallido a la economía?
El 11S de 2001 es el día más negro y triste de la historia contemporánea de EE UU. Aquel día perdieron la vida casi 3.000 personas en un ataque terrorista contra el corazón financiero del país, un corazón que en ese momento estaba muy debilitado por el abrupto fin de una burbuja en los mercados. La Bolsa de Nueva York cerró durante cuatro días para llegar a mínimos en el S&P 500 diez días después del ataque. El índice perdió un 11,6% en ese periodo.
Pero el ataque no tumbó a la primera economía del mundo. Lejos de eso, la respuesta a la tragedia permitió que el país emergiera con fuerza y saliera de una recesión, diagnosticada poco después del ataque, en apenas en un mes y medio. La Bolsa se tomó ese mismo tiempo en apuntar al alza.
Las respuestas vinieron de varios sitios. Primero de la Reserva Federal. Su presidente, Alan Greenspan ya había orquestado antes de los ataques siete rebajas de tipos y volvió a hacerlo cuatro veces más (en tres ocasiones 50 puntos básicos y una cuarta 25 puntos) tras el 11S. En el 1,75% los tipos reales eran negativos.
"Desde 2002 la economía de EE UU ha crecido a un ritmo anual medio del 3,2%"
El dinero barato animó a los consumidores. Eso y los descuentos, como en el sector de la automoción, que redujo al 0% su financiación (a instancias de la Casa Blanca), mantuvieron el consumo y con ello el motor de la economía (que depende en un 70% de esta variable).
El Gobierno contribuyó con un estímulo fiscal. En 2001 se rebajaron los impuestos, favoreciendo a la inversión, y hubo otra rebaja en 2003. George Bush y su equipo hicieron algo poco frecuente: por un lado rebajaron los impuestos, para que el crecimiento económico que de ello se dedujera contrarrestara por sí misma la caída de los ingresos, y por otro, elevaron el gasto público. Sobre todo con un presupuesto de defensa destinado a dos guerras (Afganistán e Irak) cuya cuenta ronda ya los 450.000 millones de dólares. Todo ello se unió al hecho de que las fortísimas inversiones que habían hecho las empresas en alta tecnología antes de 2000 empezaban a dar sus frutos. Así se dio la vuelta a la recesión. Desde 2002 la economía ha crecido a un ritmo anual medio del 3,2% y el paro, que llegaba al 5% entonces, ha ido cediendo lentamente.
Aunque muchos sectores, especialmente el turismo y el transporte aéreo se vieron perjudicados, otros como la defensa y la seguridad viven años dulces.
Muchos analistas consideran que más que el 11S lo más importante de aquel momento fue la crisis de confianza de los inversores que, escaldados por la burbuja, se dieron de bruces con los escándalos contables de Enron y otra larga lista de empresas en similares circunstancias.
De hecho, y con la perspectiva que dan los cinco años que han pasado desde los ataques, economistas como Michael Mussa del think tank Institute for International Economics cree que el huracán Katrina ha sido más perjudicial para la economía que el 11S.
La historia económica del 11S tendría un final feliz si ningún acto tuviera consecuencias no previstas o poco probables a priori. Economistas como Stephen Roach de Morgan Stanley asegura que EE UU está ahora en condiciones más desequilibradas y precarias. Roach se ha labrado una reputación de pesimista en Wall Street que en este caso comparten muchos, e incluso el FMI.
Las críticas son varias. Los tipos, demasiado bajos han ayudado a crear una burbuja en el mercado inmobiliario. Además, los consumidores han ido más allá de sus posibilidades y con una tasa de ahorro negativa han seguido endeudándose hasta llegar a un pasivo total de 12,2 billones de dólares. Hoy pocos economistas defienden que el estímulo fiscal haya funcionado y creen que su aportación al crecimiento es marginal, máxime cuando el país llegó a 2001 con superávit presupuestario y ahora tiene un déficit de crónico.
Desde esta perspectiva, cinco años son pocos para concluir sin duda si el 11S el ataque contra la economía fue fallido o no.