Nueva etapa en el CES
El Consejo Económico y Social (CES) estrena un nuevo presidente, el tercero desde su creación. Son 15 años de vida, suficientes para considerar que el organismo ha alcanzado la madurez. El nuevo presidente, Marcos Peña, que tomó posesión ayer, tiene una larga experiencia en el campo laboral: 35 años como inspector de Trabajo y el desempeño de altos puestos en la Administración le avalan sobradamente para desempeñar el cargo con la suficiente experiencia y solvencia.
El propio Peña calificó ayer el Consejo como 'templo de la palabra'. Diálogo y consenso son las señas de identidad del organismo consultivo del Gobierno para temas laborales, pero también -y conviene recordarlo- para asuntos económicos y sociales. El CES debe seguir ahondando en su labor de mediador entre los agentes sociales y el Gobierno y en su papel de aglutinador de intereses convergentes y huir de los divergentes; de promotor de acuerdos que faciliten la toma de decisiones políticas.
Pero también debe seguir cultivando el respeto de la sociedad y, especialmente, de los distintos Gobiernos. En ningún caso, sus informes y dictámenes pueden caer en la complacencia con el ministro de turno y, sobre todo, y eso es lo que más se ha echado en falta hasta ahora, debe alzar su voz cada vez que un anteproyecto de ley se hurta a su dictamen. Muchas han sido las leyes que los distintos Gobiernos han optado por no remitir al CES para el preceptivo dictamen. Quizá para no afrontar una opinión adversa de los agentes económicos y sociales.
El CES no puede consentir esa práctica, y Marcos Peña debe batallar con ahínco para conseguir que el Ejecutivo no deje de cumplir con su obligación de someter a consulta cualquier texto legal, sin posibilidad de elección.