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Lectura

Las últimas palabras más célebres

Cuando el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, decidió que las elecciones catalanas se harían el 1 de noviembre, muchos censuraron el mal gusto de celebrarlas justo el día de la festividad de Todos los Santos. 'Maragall sabrá qué motivos psicológicos y subconscientes le han llevado a elegir esta fecha', aseguró un portavoz del PP.

Aunque las elecciones se mantienen para ese día a pesar de las críticas, la anécdota demuestra que la muerte es todavía una cuestión tabú en occidente. Pero no para todos: sin la existencia de este tabú, la periodista Laura Manzanera (Barcelona, 1966) no hubiera podido escribir Al pie de la sepultura (editorial Edhasa).

El libro recoge las 500 últimas palabras pronunciadas por personajes célebres antes de morir. Y en muchos casos, reflejan a los hombres y mujeres que las dijeron mucho mejor que sus propias vidas.

A Conrad Nicholson Hilton, el empresario fundador de la famosa cadena hotelera del mismo nombre, le preguntaron en el lecho de su muerte, el 3 de enero de 1979 en Santa Mónica, Estados Unidos, si quería dejar un mensaje de despedida a sus empleados, a lo que respondió: 'La cortina de la ducha hay que ponerla por el lado de dentro de la bañera'.

En el libro, la autora también cuenta que la actriz y cantante Marlene Dietrich le dijo al sacerdote que apareció en su casa, sin que ella lo hubiera llamado, según afirma Manzanera: '¿De qué voy a hablar con usted? ¡Tengo un encuentro inminente con su boss (jefe en inglés)!'.

La periodista divide las 500 citas en seis categorías: obsesivas, irónicas, implorantes, resignadas, imperativas y orgullosas. Pero está convencida de que una parte de las palabras que recoge en su libro no fueron pronunciadas: 'Se dan por verdaderas y forman parte del imaginario colectivo, pero es difícil creer que todas sean verdad'.

'De todas maneras, las que puedan ser inventadas no son fortuitas. Siempre reflejan algún aspecto del personaje, de su carácter, de su oficio o de su forma de vida' agrega.

Preguntada por sus citas preferidas, Laura Manzanera hace referencia a las irónicas y escoge entre ellas a la del asesino en serie James W. Rodgers, ejecutado el 30 de marzo de 1960 en Utah, Estados Unidos. Y es que cuando se le permitió expresar su último deseo ante el pelotón de fusilamiento, solicitó nada más ni nada menos que un chaleco antibalas.

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