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CincoSentidos

Capadocia, el valle de las hadas

Parece hecha de la misma sustancia que los sueños. Uno de los grandes mitos viajeros y uno de los destinos más solicitados de Turquía, ya que une la magia del paisaje con la historia

La sensación de alucinación onírica se respira como el aire: cárcavas bermejas, o completamente albinas, emergiendo entre viñedos y magros frutales; castillos de fantasía horadados como un queso, iglesucas minúsculas arañadas en la toba, y esas grandes setas de piedra que llaman 'chimeneas de las hadas' porque la gente pensaba que eran humeros de duendes soterraños. Pronto el atisbo de irrealidad nos traslada a otra sensación más cierta: la de fragilidad. Es una geografía friable, evanescente, compuesta de ruina. La erosión comenzó hace treinta millones de años, cuando el Erciyes y otros volcanes colmataron los valles con su vómito mineral. La lluvia, el viento y el roce de los días fueron diluyendo la masa de toba y cenizas, dando origen a esos caprichos geológicos que por tópico o rutina muchos llaman paisaje lunar. Pero es más fantástico el paisaje de Capadocia que el de la luna.

La lenta disolución geológica ha plasmado parajes asombrosos. Pero más admirable es la memoria tallada en la roca. Desde el siglo IV, y más aún entre los siglos VIII y XIV, ascetas cristianos labraron en la toba iglesias diminutas y ermitas. Las hay por centenares, a veces agrupadas, pero muchas aisladas y perdidas en pliegues apartados. Algunas son muy sencillas; otras poseen una cierta envergadura, y están tapizadas de frescos bizantinos. Desde que un conjunto de oratorios fue declarado Patrimonio de la Humanidad, es más fácil visitarlos. Se puede tomar como base Nevsehir (la antigua Nisa), cabeza comarcal, dotada de hoteles confortables, o también la más populosa ciudad de Kayseri (la antigua Cesarea); incluso hay algunos hoteles de lujo en la propia Göreme. El Valle de Göreme queda cerca, y allí se ha vallado un recinto donde están concentradas las iglesias más vistosas.

El recorrido se hace a pie. Se trata de una especie de vaguada en cuyas faldas están esculpidas las iglesias, algún monasterio y celdas de ermitaños. Naturalmente, para ingresar al recinto hay que pasar por taquilla. Este es el núcleo más denso de iglesias rupestres, el que ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Pero hay muchas más en la región: centenares de capillas diseminadas en un área de unos 300 kilómetros cuadrados. Lo mejor para dar con ellas es contratar un guía o tour de agencia, aunque en la mayoría de los paquetes turísticos se incluyen como visitas opcionales otros enclaves, especialmente los valles de Zelve y Parabaglari.

Debajo de esa costra sagrada, existen ciudades trogloditas, sumergidas a muchos metros en la toba blanda. Los cristianos se refugiaban en ellas cuando empezaron las razzias de las tribus árabes, a partir del siglo VII. Se calcula que habrá unas cuarenta, aunque sólo se ha explorado una docena. La más accesible es Derinkuyu, al sur de Nevsehir. Tiene hasta trece niveles (unos cien metros de profundidad) y unos 1.200 habitáculos. Un túnel la comunicaba con otra ciudad sumergida, Kaimakly, a dos leguas. Kaimakly fue descubierta en 1964 y sólo se han desbrozado cinco de los ocho niveles que se le suponen. Al parecer, muchas de estas ciudades subterráneas estaban conectadas entre sí por túneles. Y en estos termiteros humanos podían vivir camuflados unos cinco o seis mil habitantes.

También se labraron en la toba pueblos enteros. Algunos siguen habitados, aunque lo más frecuente es que las viviendas trogloditas se exploten hábilmente como cafetín o restaurante, e incluso como supuesta vivienda familiar donde, naturalmente, solo permanecen los inquilinos el tiempo justo de recibir la visita turística. Uçhisar tal vez sea el más fotografiado, pero no menos enigmáticos resultan los castillos de Ortahisar y Sonhisar, todos ellos cercanos a æoelig;rgüp.

Otro reclamo son los valles. Habrá unos treinta, algunos tan concurridos como Zelve, Parabaglari o Soganli. En ellos, pueden contemplarse iglesias o celdas rupestres, viviendas, 'chimeneas de las hadas', a veces con un cafetín debajo del sombrero basáltico, donde se ofrece a los turistas té a la menta y pipa de agua: cualquier recurso parece ser bueno para cautivar al viajero.

Guía para el viajero

Cómo irTurkish Airlines (915 487 230) tiene vuelos regulares desde Madrid a Estambul, y desde allí se puede enlazar con otros vuelos a Kayseri, el aeropuerto más cercano para visitar la zona. También se puede acceder a Capadocia en autocar, desde Estambul o Ankara, o a bordo del tren que enlaza Ankara con Kayseri. Información sobre transportes: www.varan.com.trAlojamientoLas ciudades de Kayseri, Nevsehir y æoelig;rgüp son las que cuentan con mayor número de hoteles y los más confortables. Algunas de las cuevas trogloditas han sido habilitadas para acoger huéspedes; información general en www.hotelcappadocia.com. Recomendable: Perissia Hotel Cappadocia (Kaiseri Cad. 68, 90 384 3412930), en la localidad de æoelig;rgüp-Nevsehir.ComerHanedan Kervansaray Kapadokya, en la localidad de Abanos (90 384 5115006), es un amplio y moderno complejo dispuesto como un antiguo caravasar, muy turístico, donde se puede comer bien y además hacer compras de regalos, alfombras, música, artesanía, etc.Más informaciónOficina de Turismo de Turquía, Torre de Madrid, planta 13. Plaza de España, 18. Teléfono: 91 5597014, www.turquia.net.

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