La fiesta europea
El champán se abre con cada anuncio de crecimiento robusto de alguna economía europea clave (...). El mundo entero espera obtener beneficios si el bloque empieza a adquirir su propio peso, sobre todo ahora que Japón y EE UU se están ralentizando. Las cifras son reales. Francia y Alemania crecieron a su ritmo más alto de los últimos cinco años: 1,1-1,2% y 0,9%, respectivamente en el segundo trimestre. Han dado un impulso a la zona euro con un crecimiento del 0,9% (...).
No queremos ser aguafiestas pero la realidad es que no durará. La presión de la deuda fiscal, tasas de interés más altas y las debilidades globales acabarán con este pico del ciclo europeo en sólo unos meses. Estos factores no tendrían importancia si los tres grandes Alemania, Francia e Italia hubieran adoptado las políticas que podrían haber mantenido el crecimiento más allá de un trimestre o dos. En este aspecto, sin embargo, no hay motivo de celebración (...).
Los proteccionistas acabaron hace un año con una propuesta de ley para liberalizar los servicios. La otra rigidez son los perversos impuestos europeos y los otros incentivos para trabajar menos y jubilarse antes (...). Esperemos que este crecimiento no impida que Europa se enfrente a los problemas que nublan sus resultados a largo plazo (...).