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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Riesgos hipotecarios

Si bien es cierto que un 3% en el precio del dinero no es a priori alarmante para el conjunto de la economía española, debemos mostrar una preocupación razonable sobre el efecto que las futuras subidas puedan llegar a tener para los siete millones de familias que aproximadamente tienen una hipoteca en España.

Y no tanto porque el euribor u otros índices hipotecarios alcancen tasas que una gran mayoría de las familias no puedan asumir -es bueno recordar que muchas de ellas han llegado a pagar por sus créditos tasas de más del 15%-, sino porque en los últimos diez años las condiciones de las hipotecas han variado de forma radical. Hace una década era impensable que una entidad financiera concediera créditos que superaran el 80% del valor de tasación del piso o que esa misma entidad firmase plazos de amortización por encima de los 25 años.

Esa es ya la tónica general. Como ponemos de manifiesto en la información que publicamos hoy, en la actualidad 26 de cada 100 euros que los españoles adeudan a las entidades financieras por créditos hipotecarios pertenecen a préstamos que se han concedido por encima del 80% del valor de la tasación de la vivienda. Esta práctica es considerada como de alto riesgo por la dificultad que puede suponer recuperar el capital en caso de dificultades económicas. A ello se suma que más de la mitad de los créditos actuales están concedidos a plazos superiores a 25 años. Ambos aspectos configuran a cóctel nada recomendable si se mezcla con subidas de tipos de interés.

El Banco de España ha llamado numerosas veces la atención a las entidades crediticias para que moderen su alegría a la hora de conceder créditos hipotecarios. El repunte del precio del dinero, con las previsibles subidas que se producirán en 2006 e incluso en 2007, hace recomendable que bancos y cajas vuelvan a afinar las condiciones en las que prestan dinero. Y, quizá, esa menor laxitud contribuya de paso a una posible reducción en el precio de la vivienda.

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