Carob, una empresa mallorquina con Chispa
Carob es una firma mallorquina que produce goma de garrofín, empleada en alimentación y producción de colorantes pirotécnicos. Son las múltiples propiedades de un producto que ya no sólo se usa como alimento para el ganado. ¿La clave? Un importante proceso de investigación
Cuando Gabriel Bibiloni, propietario de Carob, SA, comenzó a experimentar en la cocina de su casa con la posibilidad de aprovechar la goma de la algarroba para algo más que para alimento para el ganado, poco podía imaginar que 30 años después el producto de esa investigación casera se vendería en más de 23 países del mundo como complemento alimentario o como colorante para la industria pirotécnica. Era el año 1976 y el resultado de aquel embrión fue el Palgum, la goma de garrofín, un estabilizante natural de los más usados en alimentación. La goma se utiliza en productos cárnicos, de pescado, de confitería, alimentos infantiles, mermeladas, postres lácteos, salsas, helados, flanes y gelatinas. El azúcar de la goma de garrofín no se puede digerir, por lo que actúa como una fibra natural. En alimentos infantiles, evita que el niño vomite.
Los comienzos de la empresa no fueron fáciles. La goma de garrofín no tenía salida en España y a Gregorio Bibiloni y sus socios no les quedó otro remedio que lanzarse al complicado mundo de la exportación en una época en la que tratar de abrir mercados en el exterior suponía sufrir un auténtico calvario administrativo. La planta de Carob, SA, produjo ese año 20 toneladas de goma, un único contenedor, que se vendió a la compañía Mars Corporation, de Estados Unidos. Durante dos años fue su único cliente, con toda la producción vendida de antemano.
De aquellas 20 toneladas se ha pasado a tratar 5.000 toneladas al año de materia prima, una cantidad que obliga a importar algarroba de Marruecos u otros países del norte de África, ya que la producción de algarroba de las islas daría trabajo para sólo 60 días.
La producción de la goma de garrofín se ha simplificado en apariencia. El producto, la semilla de la algarroba, pasa por una máquina que selecciona cada una de ellas en función del tipo de pelado que necesita. Una vez pelada, se extraen la proteína y los azúcares que se emplearán en la alimentación humana. Parece algo sencillo porque un ordenador dirige todo el proceso de selección, pero lo cierto es que antes ha habido un complicado proceso de análisis en el laboratorio para certificar que toda la producción es de máxima calidad. La investigación es uno de los puntales de Carob, SA. El 25% de todos los beneficios se destina a labores de investigación y desarrollo. En este campo, una de las claves de los 30 años de vida de Carob es la fundación del Instituto Biotecnológico de las Islas Baleares, creado en 1998 después de un largo proceso de investigación realizado junto con la cátedra de Microbiología de las Universitat de les Illes Balears, bajo la tutela del doctor Javier Benedí, el CSIC y la Universidad de Valencia. El resultado fue la identificación del ADN del garrofín y de otras gomas, lo que dio lugar a la primera patente mundial pensada para combatir fraudes alimentarios.
Gabriel Bibiloni explica que, a mediados de los años noventa, existían sospechas de que se producían mezclas fraudulentas en alimentación. 'Obtener el ADN es una prueba irrefutable de que el producto es 100% natural. Su valor comercial es inexistente, pero su valor tecnológico es enorme', asegura Bibiloni. Además de la obtención del ADN, la empresa tiene el certificado ISO y Kosher. El Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial (CDTI) participa en algunos de los proyectos de la empresa.
El proceso de investigación no se ha quedado sólo en las utilidades alimentarias de este producto mediterráneo. A comienzos de los años noventa, Carob decide abrir una nueva vía de investigación para estudiar las posibilidades de utilización del garrofín en la industria pirotécnica. En una planta de tratamiento que la empresa tiene en Tarragona se ha conseguido convertir la algarroba en colorantes para fuegos artificiales con la ventaja añadida de que es un producto mucho menos peligroso que los utilizados habitualmente, lo que reduce considerablemente el riesgo de accidentes.
Carob ya está presente en 23 países del mundo y ahora afronta el reto de ampliar mercado en Estados Unidos, donde ha abierto un almacén en Baltimore. Esta pequeña empresa ha conseguido, además, llevar su producción hasta Japón tras asociarse nada menos que con la Mitsubishi Corporation.
I+D Proyecto para tratamiento de agua
La investigación sobre las propiedades del garrofín no es la única que desarrolla la empresa Carob, SA. En estos momentos la empresa lidera un proyecto de investigación de tratamiento de aguas residuales por medio de un proceso biológico que no necesita ni energía ni tratamientos químicos. Da un resultado de depuración que no produce olores ni mosquitos. Un total de 14 depuradoras instaladas en Baleares y otra más en el delta del Ebro emplean este sistema.Carob participa en el montaje de una planta piloto basada en un sistema de depuración en el que trabajan la Universidad de Ontario y un equipo israelí.