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La huida hacia el campo para emprender un nuevo negocio

Las mejoras en el ámbito rural animan a los urbanitas a probar suerte lejos de las saturadas urbes

En invierno, el paso de Oncala se cierra por la nieve. Sin embargo, el único restaurante de la cercana aldea de 40 habitantes abre para dar de comer el menú del día a los trabajadores de un vecino parque eólico. La anécdota no tendría nada de especial si no fuera porque el chef del restaurante, Alfonso Romero, ha ganado premios como el mejor cocinero de Castilla y León y era el jefe de pastelería del lujoso hotel Santo Mauro de Madrid hasta que hace cinco años, con 22, lo dejó todo para irse a las Tierras Altas de Soria, la comarca con menos densidad de población de España con dos habitantes por kilómetro cuadrado.

'Los de los molinos son como una familia para nosotros. No podemos dejarles tirados. No pueden ir a otro sitio', explica Alfonso. Como otras personas en todo el país, dejó la ciudad para buscar una vida más sencilla en la que se ha defendido a golpe de trabajo, arriesgando dinero para crear empresas en entornos de dudosa rentabilidad. La denominación más o menos oficial para estos emprendedores es la de neorrurales, si bien no existe por ahora ninguna asociación que les agrupe o defienda de las especiales circunstancias de su actividad: problemas para conseguir servicios de telecomunicaciones, para la distribución de las materias primas…

'No soportaba más la locura en que se ha convertido Madrid. Parecía una misión imposible salir adelante aquí, pero nos ha beneficiado que se publicite turísticamente la zona, así como la apertura de unas instalaciones eólicas', dice. En fin de semana, El Rincón del Trashumante se llena para degustar la nueva cocina, con materiales tan poco sorianos como el avestruz. Fruto de su éxito es la apertura de un segundo local en la propia Soria.

Alfonso Romero, premiado como mejor cocinero de Castilla y León, dejó su empleo en un lujoso hotel madrileño para abrir un restaurante en una comarca de Soria

No existen datos sobre cuántas personas están emprendiendo la huida al campo. Montserrat Coberós, secretaria general de Asetur, asegura que una proporción sustancial de los 4.000 establecimientos rurales que agrupa su asociación 'son abiertos por personas que abandonan las grandes ciudades'.

Todo ello se ve favorecido por las lentas mejoras en el medio rural. Sobre todo, las que se producen en el transporte público, las carreteras o la extensión de internet. 'Para una persona joven, que tenga movilidad, no se pierde gran cosa por venir al campo', explica Fernando Ramírez. Hace tres años, este estudiante de protésico dental que se ganaba los cuartos con trabajos a media jornada dejó Madrid para abrir junto a su madre un hotel rural, La Botica, en la localidad alcarreña de Imón. 'He ganado en calidad de vida: como pan recién hecho y leche fresca. Y tengo mi propio negocio'. La Botica (www.laboticahotelrural.com) tiene seis habitaciones, que se llenan los fines de semana según Fernando 'gracias al boca a boca de los clientes'.

Un ejemplo más veterano de este movimiento está en Urueña, un pueblo vallisoletano. Desde hace más de una década está repoblándose con activistas del mundo de la cultura. Allí tiene su sede TF Media, un puntero estudio de diseño que lleva a cabo trabajos para las principales empresas del país, demostrando que internet hace posible mantener actividades creativas lejos de los centros urbanos.

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