Las papeleras después de La Haya

Después del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que rechazó (...) detener la construcción de las fábricas de pasta de celulosa en Fray Bentos, Uruguay, es menester seguir insistiendo en la necesidad de un diálogo amplio y generoso para que se realicen todos los estudios ambientales necesarios y se llegue a un acuerdo bilateral (...).

Por lo menos dos principios medulares para el derecho ambiental (...) no han sido considerados (...): el de los Estados a aprovechar sus propios recursos y la responsabilidad de velar para que las actividades realizadas en su jurisdicción no causen daños al medio ambiente de otro Estado (...) y el precautorio, que en materia ambiental resulta trascendente (...). Presentar una demanda ante la CIJ implica aceptar su jurisdicción y respetar sus decisiones, sean o no favorables a nuestros intereses. De allí que una actitud reflexiva y prudente para Argentina no debería ser promover cortes de rutas, como se ha hecho en el pasado, ni boicotear el sistema financiero internacional para que se abstenga de invertir en los proyectos. El verdadero cambio ambiental que conduzca a un desarrollo sustentable debe hacerse de la mano del diálogo y de leyes adecuadas, y de autoridades dispuestas a hacerlas cumplir y a respetar sus contenidos.