La euforia europea de las constructoras tiene aristas
La gran expansión mediante compras en Europa que están protagonizando las constructoras españolas tiene un precio. Y no sólo por lo que están pagando. FCC, Ferrovial y Sacyr Vallehermoso han destinado ya más de 13.000 millones de euros en lo que va de año en adquirir, respectivamente, el primer grupo de gestión de residuos británico, WRG, el primer grupo mundial de aeropuertos, BAA, y el 32% que le hace primer accionista en la tercera constructora francesa Eiffage.
El importe supera lo que vale en Bolsa ACS, primer grupo de construcción y servicios español hasta que Ferrovial consolide BAA y le usurpe el puesto. La constructora de la familia Del Pino, que siguió los pasos del Santander y Telefónica en el desembarco en Reino Unido, aportará unos 9.000 millones en la mayor compra en el exterior de su sector, el 62% del total hasta que sume más socios al consorcio que forma con la canadiense Caisse du Québec y el fondo GIC del Gobierno de Singapur.
El salto que produce la compra es muy importante. Pero el impacto negativo inicial supera al positivo. Aunque prevé elevar ventas un 40% y duplicar el beneficio bruto de explotación (Ebitda), los accionistas de la empresa que preside Rafael del Pino notarán el efecto dilutivo sobre el beneficio por acción (BPA) y el grupo triplicará su deuda, hasta 32.000 millones.
Tras la estela de Ferrovial, FCC se coloca en la misma situación. El lunes cerró en Londres la mayor compra de su historia y cumplió las expectativas del mercado, aunque la Bolsa le premió ayer con una subida de sólo el 0,5%. Pagará 1.400 millones de libras (2.036 millones de euros) por el grupo de gestión integral de residuos Waste Recycling Group (WRG). Al incorporarlo, los ingresos subirán un 12%, el Ebitda, un 18% y, lo más llamativo, el peso internacional de las ventas se duplicará hasta el 20%-24% según las previsiones de la constructora que controla Esther Koplowitz. Aunque, como recordó ayer el consejero delegado, Rafael Montes, en la presentación de la operación, el objetivo del plan estratégico 2005-2008 es que esta proporción llegue hasta el 40%.
Pero, igual que le ocurrirá a su rival, el BPA se resentirá -'escasamente', según el grupo- hasta 2009, cuando se ponga en marcha la incineradora de Norfolk y dos plantas de tratamiento a pleno rendimiento. Además, la compra de WRG se financiará íntegramente con deuda y casi la triplicará, hasta 3.200 millones. Aunque la diferencia es que el apalancamiento, en su caso, supone tres veces el Ebitda, menor que las 10 veces de Ferrovial. Esta ratio ya ha dado al traste con las previsiones de FCC, que en su última memoria anual reflejaba su intención de mantenerlo por debajo de 2,5 veces. Si bien, Montes quitó ayer importancia a esto al considerar que superar hasta cinco veces el Ebitda se consideraría razonable.
Todo depende de las compras que quedan por hacer tras gastar más de 4.800 millones (deuda de las compradas incluida) cuando la previsión eran 3.000. El consejero delegado dejó claro que la cifra se 'supeditará' al cumplimiento del plan estratégico y que 'seguimos analizando operaciones'. Europa 'desde Reino Unido hasta Bielorrusia' seguirá siendo primer objetivo. Sobre el eje británico y Europa del Este, tras la adquisición de la austriaca ASA, FCC quiere 'copiar el modelo de negocio que ya tiene en España'. Por esta razón, Montes no descartó que en un futuro FCC entre en construcción o cemento, sus otros dos pilares, en Reino Unido.
De momento, tiene un difícil camino por delante. Al igual que Ferrovial, tendrá que demostrar su gestión a largo plazo en un mercado que, tanto en aeropuertos como en el negocio de residuos, está un paso por delante. Regulación y mecanismos son diferentes. Algunos analistas apuntan que FCC contará con la ventaja de la libertad de precios en la gestión de residuos.
En este punto de expansión creciente de las constructoras, la espiral de compras impone un duro reto: pondrá a prueba la eficiencia del equipo de directivos tanto de Ferrovial como de FCC. Aunque mantendrán al equipo de las adquiridas BAA y WRG para el día a día, serán los ejecutivos de las españolas las que manejen timón. Y en el caso de la empresa de Koplowitz supone un esfuerzo añadido ya que tiene mucha menos actividad internacional que el grupo de la familia Del Pino.