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Columna
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Soluciones cooperativas contra los desequilibrios

Acaba de publicarse el informe anual del Banco de Pagos de Basilea (BIS) en el que ofrece una descripción de la situación económico-financiera actual, de los riesgos que se deben contemplar y de las posibles vías de evolución, tanto positivas como negativas.

En primer lugar, hay que destacar que el BIS se decanta, como muchas otras instituciones, por valorar de forma positiva la situación actual, ya que el crecimiento económico es generalizado, se han producido respuestas de política económica adecuadas y el sistema financiero ha mostrado lo que se denomina como resistencia ante las nuevas condiciones financieras.

No obstante, dicho lo anterior, el informe analiza diversos factores de riesgo. En primer lugar, cabe la posibilidad de que la evaluación de la situación económica no sea acertada y que haya perturbaciones latentes más graves que lo considerado. Una posibilidad es que los riesgos inflacionistas sean superiores y se necesite una mayor restricción monetaria y otra, relacionada con la anterior, es que la resolución de los desequilibrios tenga consecuencias negativas para el crecimiento.

Hay que reconocer que si nos hemos equivocado en calibrar el efecto desinflacionista de la deslocalización productiva y de la aportación a la oferta de países emergentes, puede que un incremento en la demanda en éstos conlleve presiones sobre los precios de forma generalizada a nivel mundial. Como posibles elementos que pueden ejercer de contrapeso hay que contar con la aportación a la oferta de nuevos países a la producción mundial o la influencia positiva de la tecnología, aunque ello requiere tiempo para materializarse.

Las predicciones más generalizadas es que se puede conseguir una corrección ordenada de los actuales desequilibrios con una subida de los tipos de interés que corrija los excesos de demanda. Como alternativas que llevarían a un escenario peor se pueden considerar la generación de una turbulencia en los mercados o un freno del crecimiento económico durante largo tiempo.

La generación de turbulencias en los mercados es, por su propia naturaleza, un acontecimiento poco previsible, a pesar de los esfuerzos que se hacen por parte de las autoridades financieras. En el catálogo de imprevistos se encuentra la pérdida de confianza en una moneda o el fallido de una empresa con importantes vínculos económicos. También se pueden generar ajustes perturbadores si el conjunto de agentes económicos reacciona de la misma manera ante un cambio en los tipos de interés. No está de más recordar que en los países occidentales han aparecido en los últimos tiempos nuevos participantes y nuevos productos, de gran complejidad y opacidad. Existe un cierto potencial de que se puedan producir actuaciones concentradas de los agentes que impliquen un deterioro simultáneo en los riesgos de mercado, liquidez y crédito.

El segundo escenario negativo alternativo al generalmente aceptado es que se produzca una depresión del crecimiento económico durante un plazo largo, como consecuencia de la corrección de los desequilibrios acumulados (falta de ahorro, endeudamiento, activos sobrevalorados, déficits exteriores). Esta posibilidad podría ser el resultado de una restricción monetaria superior a la adecuada.

Hay que señalar que los desequilibrios existentes en los sectores exteriores en algunos países o en los precios relativos en otros son elementos que complican enormemente el ajuste. El que se hayan generado esos problemas es indicativo, en alguna medida, de la falta de conocimiento por parte de las autoridades monetarias del funcionamiento económico en un marco globalizado. Cada vez hay un mayor convencimiento de que los procesos económicos tienen características no lineales: los precios que se suponían de ajuste lento ya no lo son, los desequilibrios aparentemente benignos pueden desencadenar correcciones inesperadas, y las respuestas de política que pueden ser adecuadas para un país pueden generar una consecuencia depresiva si todos los países las toman a la vez. La conclusión es que las soluciones deben ser cooperativas, de forma que los costes de los ajustes se puedan distribuir, en lugar de multiplicarse por actuaciones independientes de las autoridades monetarias de cada país.

Es importante destacar que se considera poco probable que se produzcan estas circunstancias pero que el deber de los analistas es alentar de los posibles deterioros en el escenario previsto. Como se afirma en el informe del BIS, no es inconsistente 'esperar lo mejor, pero planificarse para lo peor'. La situación es compleja y nuestro conocimiento limitado.

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