Techo del petróleo, techo de la gasolina
El conflicto desatado en Líbano con los ataques del Ejército de Israel, un episodio más de la situación bélica de Oriente Próximo desde hace décadas, junto con la resistencia de Irán a abandonar su programa nuclear, la intención de Corea del Norte de utilizar el suyo, y la cada vez más difícil pacificación de Irak no componen el mejor escenario geopolítico para que el petróleo vuelva al precio razonable que deben determinar oferta y demanda. Esta semana el crudo se ha asomado ya a los 80 dólares por barril, y a pocos les empieza a parecer descabellado que alcance los 100 más pronto que tarde.
Los expertos consideran que pese a la fortaleza del crecimiento mundial, espoleado por el vigor de media docena de economías emergentes de gran tamaño, el precio del oro negro en el mercado mantiene un sesgo especulativo y un componente o impuesto del terror, que podrían añadir más de 25 dólares por barril al coste actual en el mercado del mar del Norte. La escalada bélica iniciada tras los ataques a Nueva York han mantenido un sobreprecio en el crudo ya durante un periodo de tiempo muy largo. Lo suficiente como para saber que no provocará una crisis económica generalizada como en 1973 o en 1979, pero también para admitir que ha empezado a filtrarse en el resto de los precios y es en parte responsable de las tasas de inflación y de la subida encadenada de los tipos de interés.
España, que mantiene unos niveles de dependencia del crudo superiores a la media de los competidores, ha experimentado también alzas en los precios de los carburantes hasta niveles récord. Esta misma semana se han superado los umbrales alcanzados en Semana Santa, según la información publicada en la página web del Ministerio de Industria que, pese a la política de transparencia, publica cada vez menos información. Tras varios años proporcionando los precios medios por producto, ha decidido excluirlos amparándose se supuestas dificultades estadísticas. La información mantiene toda la validez para el usuario, pero ha perdido el valor analítico que tenía antes, y que Industria debe restituir.