Bernanke, con poco que ganar
Una pena. Los mercados tenían antes a cargo de la Reserva Federal a un gurú, y ahora tienen a una persona. Antes estaba Alan Greenspan con su suerte de halo místico y ahora Ben Bernanke que, lamentablemente, se puede equivocar. Se echa de menos la etapa en la que los comentarios de los expertos ante una reunión de la Reserva Federal encerraban fe: 'Si no baja tipos es porque tiene más información que el resto y la economía marcha bien'.
Ya no ocurre eso. Ahora Ben Bernanke está sometido al escrutinio público en un entorno que está más de uñas que otra cosa, y ante un escenario en el que tiene mucho que perder y muy poco, o nada, que ganar. El mercado acabará disgustado, casi con toda seguridad. Porque si finalmente sube tipos y da a entender que no irá más allá hay dos interpretaciones. Que lo haya hecho porque la economía resulta no ir tan bien como se pensaba o que, sin ser esto cierto, haya sucumbido a la presión mediática en contra de un nuevo endurecimiento monetario. Cualquiera de las dos opciones es mala. Peor aún que la más verosímil, esto es, que suba los tipos y, sin garantizar un nuevo alza, deje la puerta abierta. Al mercado no le gustará pero, como dicen algunos analistas, a nadie le gusta que le quiten un caramelo.
Curiosamente, los mensajes enigmáticos de Alan Greenspan, contrarios a todo lo que pueda parecer transparencia, parecían dar más juego al mercado. Al fin y al cabo, daban la de cal y la de arena, y luego otra de cal y otra de arena, de modo que la comunidad financiera no recibía mucha información. Después cambió de terció y preparó al inversor durante meses para una histórica serie de subidas de tipos. Fue bien recibido. Pero la lección era sencilla, porque era obvio que había que subir tipos. Ahora Bernanke tiene que tomar una decisión complicada, y el mercado parece dispuesto a aceptar patinazos.