El dilema de los banqueros
Dice Stephen Roach que lo que necesita el mundo son tipos de interés más altos. Que al mercado no le gusta porque a los niños no les gusta que les quiten los caramelos. Pero que tampoco se puede alimentar uno solamente de dulces. Normalización y reequilibrio global son términos utilizados a menudo por Roach que, curiosamente, se volvió optimista sobre la economía mundial sólo un poco antes de que empezase la venta compulsiva de activos de riesgo. A partir de unos niveles, todo sea dicho, de clara sobrecompra.
Jarabe de palo, como se dice popularmente, para un mercado que todavía quiere saborear el caramelo, con forma de dinero barato, del que ha disfrutado de un tiempo a esta parte. La cuestión podría parecer baladí. La clásica discusión entre halcones y palomas que acontece en cada una de las reuniones sobre tipos de interés que llevan a cabo banqueros centrales de todo el mundo. Sin embargo, esta vez es distinto. Y prueba de ello es el nerviosismo que se palpa en el parqué desde hace poco más de un mes.
Ocurre que las percepciones acerca del ciclo de tipos de interés son bien diferentes en función del cristal con el que se mire. Todas las áreas monetarias del mundo han optado por endurecer la política. Estados Unidos, la zona euro y Japón, pero también mercados de la periferia asiática o Europea.
Pero, por otra parte, el apetito por el riesgo observado a lo largo de los últimos meses sugiere otra cosa; que el precio del dinero era extraordinariamente alto y que el dinero barato, a cambio de evitar una crisis de liquidez, había alimentado una burbuja tras otra. Pero que, pasado el riesgo de deflación, éstos deben regresar a niveles normales.
La cuestión es clave porque el margen de error de los responsables monetarios es mínimo. Sobre todo si se pasan de frenada, es decir, si suben los tipos cuando la economía ya se está enfriando.