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Columna
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Volatilidad e incertidumbre

La volatilidad y el incremento en las rentabilidades indican que se está produciendo un ajuste en el precio del riesgo que puede deberse a dos motivos no independientes entre sí: la corrección de la infraestimación del riesgo debida a un periodo de holgura en la liquidez y la incertidumbre existente sobre la evolución próxima de la economía mundial.

En relación con este último punto, no debe causar extrañeza la dificultad de imaginar el escenario más plausible para la evolución de las economías en los próximos meses. Por un lado, la economía estadounidense ha experimentado un largo ciclo de crecimiento sin una traducción clara en inflación, pero sí en sobrevaloración de activos y endeudamiento externo. Por otro lado, las economías europeas han mostrado unas tasas de crecimiento muy moderadas y en muchos países la demanda interna ha tardado en animarse.

La respuesta de las autoridades monetarias, aunque en ambas zonas está orientada a reducir la liquidez, no puede tener ni la misma magnitud ni urgencia. Desde un punto de vista macroeconómico la situación europea presenta menos desequilibrios que la de Estados Unidos y, por tanto, menos riesgos propios, aunque el contagio es inevitable si los mercados pierden confianza en la economía americana.

La decisión del BCE de elevar el tipo de interés oficial recientemente se ha dirigido a evitar que se generen expectativas de inflación. Hay que frenar el aumento del crédito y del endeudamiento, y el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet, ha dicho que no se descarta alguna otra subida en el año. No obstante, no hay que deteriorar las previsiones del crecimiento y no parece que se vaya a llevar a cabo una restricción monetaria excesiva (por supuesto, no como la realizada por la Reserva Federal).

El vicepresidente del BCE, Lucas Papademos, al presentar el boletín de junio de la revista de estabilidad financiera de la entidad, volvió a señalar que el panorama en cuanto a riesgos sigue siendo positivo en general ya que se espera que la actividad económica en el área euro permanezca robusta y que, además, la capacidad de las entidades financieras para absorber shocks ha mejorado. No obstante, es posible que se produzcan momentos de inestabilidad que servirán para comprobar la capacidad de las entidades para gestionar riesgos.

El mayor riesgo económico-financiero se encuentra actualmente en los activos cuyo precio esté menos justificado por factores fundamentales. Adicionalmente, serán más vulnerables al riesgo los agentes que hayan tomado posiciones en esos activos mediante endeudamiento. Este es el caso de la deuda de baja calidad crediticia, de la de países emergentes y de empresas cuyas perspectivas de beneficios sean cuestionables.

La volatilidad va a ser una característica inevitable en los próximos meses como consecuencia del reajuste de precios en un marco de incertidumbre. Los inversores con perspectiva de largo plazo han pasado a invertir buscando la calidad y estabilidad, pero la volatilidad genera un marco adecuado para los profesionales. Los mercados van a estar al tanto de datos macro y datos de las empresas que puedan servir de indicador para ajustar el precio. La falta de claridad en los diagnósticos, en los efectos de los desequilibrios y en las políticas se traduce en múltiples opiniones que, además, son frágiles ante nuevos datos.

Pero las reacciones en muchos casos son extendidas a todos los mercados y a todos los activos, y pueden ser exageradas. Las caídas en los precios asustan a muchos inversores cuyas ventas sitúan los precios en zonas de compra, lo que es aprovechado por los agentes profesionales. Como señalaba un artículo en The Economist de hace un mes, la volatilidad ejerce un efecto de viagra en unos mercados que estaban mortecinos, acostumbrados a tomar prestado dinero abundante para poder apalancar posiciones poco rentables.

Ahora, la dificultad de obtener una imagen clara de la situación induce dinamismo al mercado. Se reacciona a los datos, aunque no se sabe cuánto de ruido hay en la información que proporcionan. Es muy probable que esta situación siga hasta después del verano, cuando se disponga de más piezas de evidencia de la evolución económica y del efecto de la política monetaria. Pero la volatilidad ya generada es la primera evidencia de que se está corrigiendo una de las anomalías señaladas en la evolución reciente, la infravaloración del riesgo.

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