Maragall no despeja si continuará como candidato electoral del PSC
Conocido el resultado de la consulta catalana, incumbe al presidente de la Generalitat anunciar la fecha de las próximas elecciones autonómicas y desvelar si cede el testigo en el cartel del PSC, una posibilidad que gana peso. Pasqual Maragall afirmó anoche que Cataluña 'dispone del mejor Estatuto en siglos'.
Ambas incógnitas siguen en el aire, aunque la baja participación registrada en el referéndum alimenta la hipótesis del relevo de Maragall por José Montilla como candidato en las próximas autonómicas. En ellas se pondrá a prueba el tirón electoral de los socialistas, sometidos durante los dos últimos años a una alianza repleta de sobresaltos con Esquerra Republicana a Iniciativa, y también de los nacionalistas catalanes, desalojados del poder en 2003 tras 23 años de gobierno y ahora relativamente fortalecidos a cuenta de un Estatuto que en un principio fue abanderado con mayor entusiasmo por las fuerzas de izquierda. Las elecciones, en todo caso, están muy abiertas y alumbrarán que equipo de gobierno gestiona el Estatuto ratificado ayer domingo.
Lo que decida hacer Maragall con su candidatura, una de las incógnitas sobre la que gravitan en buena medida las futuras alianzas postelectorales, centra la atención no sólo del PSC sino también del entorno del presidente del Gobierno. Los socialistas catalanes son conscientes de que el actual presidente de la Generalitat es quien conserva mayor popularidad en las encuestas, pero también de que su presencia perturba futuros escenarios que, a día de hoy, no son descartables. El primero deriva de una posible colaboración de gobierno entre el PSC y CiU, hipótesis acariciada en el PSOE, y el segundo de un nuevo ensayo del tripartito que difícilmente sería repetible con el propio Maragall y Josep Lluís Carod Rovira como principales promotores. Ambas fórmulas interesan en Cataluña y también en Madrid, pues de su color dependerán las alianzas que establezca Zapatero para lo que resta de legislatura.
El porcentaje mayoritario de síes al nuevo Estatuto cosechado ayer en Cataluña aporta un evidente respiro al presidente del Gobierno, quien culmina con esta consulta una singladura de casi dos años de recorrido en la que ha sufrido una visible erosión política reflejada en una foto de empate técnico con el PP en las encuestas. El presidente del Gobierno prometió anoche una 'cooperación leal' para desarrollar el Estatuto.
Zapatero lo apadrinó tanto o más que el propio Maragall, aunque la pasión inicial que le condujo a prometer que respetaría el texto salido del Parlamento catalán se tornó en realismo a la hora de ser también el principal promotor de su posterior encaje constitucional. Ayer quedó coronada, pues, una larga travesía con un balance relativamente exitoso para el presidente: un porcentaje de apoyo a la reforma del 74% aunque en términos de censo son mayoría los que han dado la espalda al Estatuto. Casi nadie recuerda ya que la exitosa autonomía gallega echó a andar en 1980 con una participación en la correspondiente consulta de sólo 28%.
La paternidad de los noes se la disputaron anoche ERC y el PP, en la esperanza de obtener réditos muy distintos con vistas a las próximas autonómicas.