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Tribuna
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¿Solo ante el peligro?

A partir de los escándalos financieros ocurridos en EE UU como Enron, Worldcom y Parmalat, el número de reclamaciones contra los responsables empresariales ha crecido de forma espectacular. En el contexto nacional son muchas las empresas, como Unión Fenosa el año pasado, que han incluido en los estatutos el blindaje de los ejecutivos para evitar situaciones como la creada en el Santander Central Hispano cuando una parte de los accionistas denunciaron al consejo del banco por las indemnizaciones entregadas a Ángel Corcóstegui y José María Amusátegui.

Vemos tanto en el contexto internacional como en el español que las responsabilidades que se exigen a los administradores, directivos y consejeros en el ejercicio de su cargo crecen sin cesar. A esto se suma el activismo en el que andan inmersos los accionistas minoritarios que cada vez presentan más demandas ante la dudosa gestión de los altos cargos. A este panorama hay que añadir la nueva Ley Concursal que ha elevado la responsabilidad civil de los directivos.

En paralelo ha comenzado a aplicarse el Código Unificado de Recomendaciones sobre Buen Gobierno que sustituirá a las recomendaciones de los Comités Aldama y Olivencia y que se traduce en un mayor reconocimiento de los derechos del accionista minoritario y en penalizaciones cada vez más duras para los administradores y directivos.

En caso de reclamación, el administrador responderá con su patrimonio personal que se hace extensible a los bienes y derechos del cónyuge y herederos.

Este contexto es el caldo de cultivo que ha disparado el interés por los seguros de responsabilidad civil de consejeros y directivos que están siendo utilizados como escudos protectores ante el creciente número de demandas, ya que permiten transferir el riesgo a una aseguradora. La probabilidad de reclamaciones es hoy mayor que nunca. Desde 2003 la contratación de seguros de responsabilidad civil de consejeros y directivos se ha visto incrementada de manera exponencial.

¿Por qué motivos se pueden producir las reclamaciones? Por factores como las modificaciones en la legislación tanto en el ámbito mundial como el nacional, al surgir nuevas leyes societarias, laborales o de competencia; la obligatoriedad de aportar información cada vez más completa a los accionistas; en el caso antes mencionado del Santander, los demandantes alegaron que los pagos fueron excesivos y que no eran conocidos por los accionistas; una mayor predisposición a que surja un efecto dominó en las reclamaciones, y por último, la complejidad cada vez mayor en las operaciones comerciales debido a los procesos de internacionalización, fusión o adquisición de las compañías.

Teniendo todos estos factores en cuenta es lógico entender que son los mismos directivos los que exigen, como condición para aceptar su nombramiento, acuerdos de indemnización para defenderse de posibles demandas futuras. Contar con un seguro de D&O (abreviatura de directors and officers) aporta tranquilidad tanto a la empresa como al directivo frente a muchos riesgos que se transmiten al mercado asegurador. La cobertura principal garantiza a los asegurados el pago de un siniestro procedente de toda reclamación presentada en su contra durante el periodo de contrato y por el cual incurran en responsabilidad civil personal o solidaria, derivada de un acto culposo real o presunto cuando éste haya causado un perjuicio financiero a un tercero.

El seguro D&O también garantiza el pago de los gastos legales devengados para la defensa civil y penal, además ofrece cobertura automática a los directivos en empresas filiales. Este seguro va más allá, incluyendo cobertura de reclamaciones por prácticas laborales como el despido improcedente, el acoso laboral, sexual, discriminación e incluso los gastos de publicidad para rehabilitar la imagen pública del directivo.

Haciendo un guiño al título de esta tribuna, la D&O permite al directivo vivir sin miedo, con protección ante el desempeño de la actividad profesional, lo que me hace recordar el mítico western que da título a esta tribuna, Solo ante el peligro, en el que el genial Gary Cooper, que interpreta al sheriff Kane, decide plantar cara a los ciudadanos del pueblo que le han abandonado y cuando todos le sugieren que huya, Kane dice: 'Yo jamás he huido de nadie'.

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