Llegan las etiquetas macabras para las bebidas alcohólicas
Los expertos recomiendan a la UE que el etiquetado advierta de los riesgos del consumo
Causa 115.000 muertes al año en la Unión Europea (entre accidentes de tráfico, violencia y enfermedades), deja una factura al erario público de los 25 Estados miembros de 333.000 millones anuales y hay más de 23 millones de personas enganchadas en todo el territorio comunitario. No es la heroína. Ni el crack. Ni ningún otro estupefaciente de diseño vanguardista. Es el alcohol, probablemente la droga más utilizada en Europa y cuya imagen pública apenas acusa el desdoro de cifras tan alarmantes.
Pero la Comisión Europea y algunos socios comunitarios parecen decididos a acabar cuanto antes con lo que consideran cierta aura de inocencia que envuelve al cubata, al chato o a la litrona. Bruselas prepara ya un documento que aborde la posible regulación del consumo de alcohol desde un punto de vista de salud pública e impacto social.
Y Finlandia, que ocupará la próxima presidencia de la UE a partir del próximo 1 de julio, no oculta tampoco su intención de aprovechar su mandato para declarar la guerra al abuso del alcohol en el Viejo Continente.
Un estudio calcula que el alcohol provoca 115.000 muertes al año en Europa y que hay 23 millones de personas enganchadas
El Institute of Alcohol Studies, de Londres, acaba de proporcionar a la UE la primera munición. Se trata de un agridulce estudio de 418 páginas que se abre reconociendo la importancia económica social y cultural de la industria alcoholera, pero se cierra con las dramáticas cifras mencionadas anteriormente.
El instituto londinense aboga por la decidida intervención de los poderes públicos en el mercado de bebidas alcohólicas, empezando por incrementar la carga impositiva para aumentar la recaudación fiscal y reducir así el impacto presupuestario de las lacras que provoca.
Los expertos también recomiendan que se imponga un etiquetado claro sobre el contenido alcohólico de cada bebida y, además, sobre las posibles consecuencias para la salud derivadas de su consumo. La sombra de la siniestras etiquetas que han recubierto los paquetes de tabaco en Europa comienza a proyectarse así sobre el perfil de las botellas y latas de una industria que produce el 25% del alcohol que se produce en el mundo.
El sector, consciente del daño comercial que pueden suponer las alarmantes recubiertas, ya ha pactado normas de autocontrol que prohíben, entre otras cosas, dirigir la publicidad hacia los menores de edad, sugerir que el consumo de alcohol es compatible con la conducción o que puede ayudar a ligar más.
Aún así, la tendencia hacia el etiquetado similar al del tabaco ya ha empezado. En EE UU y Canadá, las etiquetas advierten a las mujeres embarazadas de los posibles riesgos de una bebida alcohólica para el desarrollo del feto. Finlandia acaba de adoptar una normativa similar, al tiempo que ha prohibido las promociones comerciales que incentiva el consumo (tipo cuatro cervezas por el precio de tres) y ha impuesto un toque de queda que impide la venta de alcohol antes de las nueve de la mañana.
La Comisión, por su parte, asegura que aún no ha decidido el alcance de su futura propuesta. Pero considera inaceptable que 'Europa tenga el mayor nivel de consumo del mundo y el mayor nivel de daños personales'.