Bruselas se declara incapaz de combatir el fraude en el IVA
El fraude en el impuesto sobre el valor añadido (IVA) y en los impuestos especiales ronda los 250.000 millones de euros anuales, pero Bruselas reconoció ayer que no existe la voluntad política necesaria para cortar esa hemorragia.
Bruselas observa entre la impotencia y la indignación el ingente fraude fiscal que cada año merma los ingresos de los Estados miembros y de la Unión Europea. La Comisión Europea, que ayer presentó un documento sobre las vías para atajar esa hemorragia, se muestra convencida de que, en el caso del IVA, el modelo de imposición en el país de origen, frente al actual de destino, 'resolvería parte de los fallos del sistema y eliminaría ciertos tipos de fraude'.
Pero el departamento de Fiscalidad de la Comisión, que dirige el comisario László Kovács, reconoce que esa transformación exigiría un mayor grado de armonización de los tipos de IVA. 'Es obvio que, en estos momentos, no existe la voluntad política necesaria entre los Gobiernos de la UE para acometer un cambio tan trascendental', se rinde la Comisión.
La tendencia, de hecho, es más bien la contraria. Los países de la UE están reclamando una creciente libertad para modificar a su antojo los tipos de IVA, sobre todo, cuando afectan a servicios que no tienen ningún impacto en el mercado intracomunitario.
La última polémica giró en torno a la promesa electoral del presidente francés, Jacques Chirac, de reducir el IVA para los restaurantes de su país. Sólo la obstinación de Alemania impidió a la UE que transigiera con París, pero los ministros de Economía de la UE llevan casi dos años debatiendo la racionalidad de mantener o no la escasa armonización que existe en algunos servicios.
Berlín, por ejemplo, está también pidiendo que se le permita aplicar el llamado sistema reversible del IVA en las operaciones comerciales entre empresas. Ese modelo exime al proveedor de ingresar el impuesto en Hacienda, obligación que recae en el comprador.
Alemania cree que ese sistema ayudaría a reducir el fraude, un argumento que comparte la CE. Pero el comisario Kovács advirtió ayer que 'no hay base legal para aplicar ese modelo'.
La imposibilidad de avanzar hacia una reforma drástica del sistema lleva a Kovács a recomendar a las autoridades fiscales 'más cooperación y mayor rigor con los países terceros'.
La millonaria factura del impuesto en destino
Los bienes exportados de un país a otro de la Unión Europea circulan exentos de IVA y sólo soportan ese gravamen en el lugar efectivo de consumo. El sistema garantiza la neutralidad fiscal necesaria en un mercado único sin fronteras ni aranceles. Pero se presta a diversos mecanismos de fraude, entre los que destaca el llamado carrusel del IVA. Se trata de una estafa al erario público en el que empresas de dos o más países simulan un proceso de exportación, en el que la última compañía de la cadena reclama a su Estado la devolución del IVA supuestamente abonado. Una vez cobrado, las empresas desaparecen. Bruselas calcula que estafas de este tipo cuestan a la UE unos 60.000 millones de euros anuales. Sólo en Reino Unido las pérdidas atribuidas al carrusel se cifran en 3.000 millones de euros.