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Sentencia

Los dos máximos ejecutivos de Enron, declarados culpables de fraude

En menos de seis días de deliberaciones, el jurado del caso Enron llegó ayer a la unánime conclusión de que quien fuera presidente y consejero delegado de esta compañía, Ken Lay, es culpable de los seis delitos de fraude y conspiración de los que se le acusaba. Quien también fuera consejero delegado, Jeffrey Skilling, fue declarado culpable de 19 de los 28 delitos que le llevaron ante el juez.

Los dos máximos responsables de Enron, la empresa que se ha convertido en el icono del desgobierno y el fraude en EE UU y abrió un largo periodo de desconfianza empresarial, pueden pasar la mayor parte del resto de sus vidas en la cárcel. La fecha para dictar sentencia después de este veredicto se ha fijado para el día 11 de septiembre. La pena máxima fijada para cada delito de fraude es de 10 años aunque se espera que, al menos, sean condenados a 25 años de cárcel pese a que el cómputo de pena, sumando todos los delitos, exceda los 100 años.

El jurado de ocho mujeres y cuatro hombres encontró a Lay, de 64 años, culpable de cinco delitos de fraude y uno de conspiración cometidos durante su gestión de Enron entre los años 1999 y 2001. Además, en un juicio civil que se ha seguido de forma separada y sin jurado ante el mismo juez Simeon Lake, Lay fue declarado culpable de fraude bancario y engaño en préstamos.

En el caso de Skilling, de 52 años, el jurado sólo le declaró 'no culpable' de nueve delitos de información privilegiada. El veredicto de culpabilidad se oyó 19 veces en su caso cuando el jurado fue preguntado por su decisión en un delito de conspiración para cometer fraude, 12 de fraude bursátil y cinco de falsos testimonios.

A las puertas de los Tribunales, Skilling y su abogado, Danniel Petrocelli, aparecieron consternados a declarar que el resultado no era el que esperaban. La emoción en la cara de Skilling contrastaba con las sonrisas y las declaraciones de optimismo previas a su entrada al edificio de Justicia minutos antes de que se leyera la sentencia. A su lado, Petrocelli repitió frases como 'continuaremos la lucha', 'acabamos de empezar a pelear' y 'nos vamos a sentar, estudiar todo y preparar una apelación fuerte'. La primera queja del letrado es que el juicio se celebró en Houston, sede de Enron, y esto en sí mismo complica sus posibilidades. Skilling dijo que nunca admitirá su culpabilidad.

Recurso con pocas posibilidades

La mayoría de los abogados creen que dejar el juicio en Houston, en este caso, complicaba la defensa, no sólo porque la mayoría de los afectados fueran de esa ciudad, sino porque los tribunales de Tejas son los más duros del país. No obstante, los expertos consideran que tanto en éste como en la mayoría de los delitos de cuello blanco, es muy difícil que un recurso dé la vuelta a una condena como ésta.

Al cierre de esta edición, Lay y su familia no habían salido del edificio donde se encontraban reunidos rezando.

En el departamento de Justicia, que ha trabajado durante años para llevar lo más cercano posible este caso ante el juez, ayer se respiraba una intensa satisfacción. Paul McNulty, vicefiscal general del Estado, dijo ayer ante la prensa (a la que no aceptó preguntas) que el mensaje de este veredicto es que 'las leyes se aplican con el mismo rigor a los ejecutivos de las empresas que a los criminales de la calle'. McNulty agradeció a la task force que ha trabajado en el caso desde finales de 2001 (un equipo compuesto por varias agencias, incluido el FBI), un trabajo que permite mostrar un eficaz resultado en la lucha contra el fraude. Para la fiscalía era importante ganar este caso, el más notable en la lucha contra el fraude, después de haber sufrido varios reveses en otros procedimientos, sobre todo en el que dio lugar al fin de Arthur Andersen, la auditora de Enron, cuya sentencia fue anulada por el Tribunal Supremo.

El veredicto de ayer pone fin a la parte más compleja de un juicio que comenzó el 31 de enero y en el que han testificado 54 testigos y los acusados. El testigo estrella era Andrew Fastow, director financiero de la compañía, y que accedió a colaborar con la Justicia a cambio de declararse culpable y aceptar una pena de 10 años de cárcel. 30 personas han sido puestas ante la Justicia por el colapso de Enron y 12 han sido declaradas culpables.

Una estrategia de defensa complicada

La acusación del caso Enron, la fiscalía, adujo durante el juicio que a finales de los noventa la empresa empezó a tener problemas financieros y que siendo sus responsables Lay y Skilling, se empezaron a ocultar ilegalmente esos problemas y a hacer cuentas ficticias que elevaron su valor en Bolsa. Ante esto, la defensa arriesgó en su estrategia negando la mayor: Enron no tenía problemas. El gigante de la energía era una empresa que gozaba de salud y las únicas dificultades eran los robos que cometió el financiero Andrew Fastow con sus empresas paralelas. Eso era cosa suya y ni Lay ni Skilling sabían nada. Esta estrategia es diferente de la usada por otros abogados en delitos similares, como Worldcom, que admitieron que había fraude pero matizando que a los jefes se les mantuvo ajenos a ellos.

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