Vargas Llosa libera una historia de amorvisión política
La Lima casi prehistórica de los cincuenta, el París revolucionario de los sesenta; el Londres de la rebelión pasiva hippy de los setenta o el Madrid de los años de la transición. Mario Vargas Llosa cierra los ojos y evoca las últimas décadas en Travesuras de la niña mala, la primera de sus novelas en la que el amor se impone como tema central.
Como en todas sus novelas, el escritor hispano-peruano, de 70 años, mezcla memoria y fantasía. 'He volcado mucho de mi experiencia', reconoció ayer el autor en la presentación de la obra a los medios de comunicación. Tanto la memoria histórica como la sentimental.
Travesuras de la niña mala, editada en Alfaguara, es una historia de amor moderno, alejada de los mitos del amor romántico decimonónico, que se desarrolla a lo largo de 40 años, periodo en el que han ocurrido 'extraordinarias transformaciones para Latinoamérica, Europa y diría que para el conjunto de la humanidad', época de la que Vargas Llosa ha sido testigo privilegiado. En París tuvo la sensación de que el mundo estaba cambiando; la revolución cubana encandiló a las élites francesas y después a todo el mundo. Vivió en el Londres de los hippies, su rebelión contra las costumbres y la mitificación de la droga como elemento de liberación. Más tarde presenció la transición española. Pisó por primera vez Madrid a finales de los cincuenta, una ciudad de costumbres conservadoras y moral pacata. 'Nada hacía pensar que en 15 o 20 años los europeos iban a venir a corromperse a Madrid', recuerda el escritor.
Es el itinerario que recorre el protagonista Ricardo Somocurcio, un personaje sin interés por la política, sin grandes ambiciones, que quiere vivir en París y cuya gran pasión es la niña mala. No es autobiográfica, pero en ella asoma cierto tono de nostalgia de las emociones que acompañan a la experiencia amorosa, admite. 'Cuando se habla de amor es imposible no recurrir a la memoria'.
Vargas Llosa confiesa que se ha divertido escribiendo esta novela que sigue a dos libros muy distintos, La fiesta del chivo, sobre la tiranía de Trujillo en la República Dominicana, y El paraíso en la otra esquina, sobre la activista peruana Flora Tristán y su nieto Gauguin.
La historia de Travesuras de la niña mala ha condicionado una estructura llana, transparente, sin gran complejidad. 'Es intuitivo, va saliendo', explica el escritor, preocupado en evitar que el lector acabe más pendiente de la forma que de la historia que cuenta. 'Me gustaría que mis novelas fueran leídas no estudiadas'.