Vivir en un 'loft' a veces no es tan romántico
Vivir en un loft puede parecer muy moderno, romántico o bohemio. Pero lo cierto es que la opción de habitar uno de estos locales industriales o comerciales convertidos en hogares puede deberse a que simplemente no hay otra posible.
'Lo peor son los cambios de temperatura y los ruidos', dice Ana, que vive en lo que antes era una tienda y ahora es un apartamento a pie de calle de 35 metros cuadrados, situado en el centro de Madrid, cerca de Gran Vía. Ana llegó a España procedente de Ecuador hace 9 años, contaba entonces con 21 años, y desde 2002 vive en esta casa, por la que paga 450 euros al mes.
'Los niños enferman mucho, en invierno hace demasiado frío y en verano demasiado calor', cuenta. Ana, modista, convive en ese espacio con su hijo, su hermana, que trabaja en una empresa de limpieza, y el hijo de esta, y otra chica, de Perú, empleada en hostelería. Y los fines de semana 'hay mucho ruido por el botellón... pero lo importante es trabajar y ganar dinero para poder regresar a nuestro país, así que nos acoplamos a lo que hay', dice sin pesar. 'Las dos estamos separadas; solas vivimos bien. Al principio, al venir, me arrepentí de hacerlo, pero ahora no. Sé que volveré a mi país, quiero ahorrar para ello', afirma.
El concepto de loft como vivienda proviene de Nueva York. En los años setenta locales industriales en desuso fueron ocupados en buena parte por artistas que los empleaban como taller y vivienda.
La consultora inmobiliaria Irea explica en el último número de su revista el desarrollo de estos peculiares hogares. Según la publicación, en España la figura del loft se instala más tarde que en otros países europeos con mayor tradición industrial, en los años noventa. La razón principal de su aparición en las ciudades españolas se debe a 'un cambio en la sociedad donde el teletrabajo es una realidad, los precios de las viviendas están desorbitados y las familias son cada vez menos numerosas'.
'He buscado otros pisos, pero en el centro de Madrid, las casas con dos dormitorios no bajan de 900 euros', comenta Ana. 'Mi trabajo está en el centro y mi hijo va a un colegio cerca de aquí, en las afueras son más baratos, pero necesito vivir en esta zona', explica.
Su vivienda consta de un pequeño salón-cocina, que es lo primero que se ve al acceder desde la calle, un cuarto de baño y dos dormitorios, con literas. En Ecuador 'vivía en una casa grande, con un patio para que los niños jugaran, y tenía un cuarto para mi sola', recuerda. 'Mi madre vino de visita y, claro, se asustó de ver tantas cosas almacenadas'.
En un par de ocasiones ha entrado gente en su casa, de fácil acceso desde la calle. 'Una vez entró un joven a pedir comida, se metió hasta dentro, y otra vez nos robaron una radio'.
Incertidumbres legales ante la falta de normativa
La única tipología de loft que debería estar permitida, explica la consultora Irea, es la que se localiza en antiguas zonas industriales degradadas cuyo fin último es la reactivación. La falta de una normativa específica en la materia ha provocado, según la consultora, que en la mayoría de los municipios españoles se cree un estado de incertidumbre entre los profesionales del sector.Irea señala en el último número de su publicación que la posibilidad de transformar los locales comerciales en viviendas no se contempla en la mayoría de las legislaciones municipales 'aunque su transformación tanto técnica como legalmente es mucho más sencilla que en caso de espacios industriales'.En este tipo de local, para lograr el uso residencial, es necesaria la cédula de habitabilidad y asegurar las condiciones mínimas exigidas por el ayuntamiento.