La marca, deseo y futuro
El empuje asiático ha llevado a la industria textil española a buscar nuevas fórmulas para competir. El camino a seguir pasa por la defensa de la marca como valor para el cliente, según el autor, que se suma al Debate Abierto sobre el sector textil español ante la competencia china
El compromiso que el empresariado textil español mantiene con la política industrial en nuestro país supera los cambios que la economía mundial está sufriendo desde que empezó la construcción de un nuevo mercado global. Por tanto, aunque no podamos sustraernos a la realidad que nos circunda, en constante mudanza y con cada vez mayor presión, desde el sector, algunos empresarios tenemos muy claro el camino a seguir y nuestros objetivos estratégicos: apuesta por nuestras marcas.
Nuestra experiencia a lo largo de siglos de existencia del sector textil aporta una masa crítica de conocimientos que debe permitir ver más allá del horizonte inmediato de esta nueva situación que sacude a los mercados mundiales. Por ello, nuestro compromiso con el sostenimiento de una calidad global, añadido a la flexibilidad de gestión, seguirá vigente en el futuro como garantía de continuidad de las empresas españolas.
En Manuel Revert y Cía tenemos, sobre todo, una idea-fuerza clara y solvente: queremos mantener, potenciar y expandir la marca, un valor de mercado que forma parte del patrimonio empresarial y que es nuestro principal capital. Es sorprendente la evolución de la misma durante más de 60 años, tiempo que la ha dotado, más allá de su visibilidad, de una personalidad propia ante los consumidores. Creo que parte de nuestro éxito radica en entender y respetar sus necesidades y deseos.
Por eso, en el establecimiento de los planes estratégicos de expansión y consolidación de la actividad empresarial-mercantil textil, nuestro trabajo siempre tiene la marca como sujeto y objeto de consideración. Es ésta una premisa particularmente válida como propuesta genérica para parte del sector por su tradición histórica, industrial y empresarial.
Debemos, pues, incidir en la búsqueda de nuevos yacimientos de diseño y producto, la adecuación de las condiciones de distribución y logística y, sobre todo, una fuerte inversión en I+D+i.
Fruto de nuestros esfuerzos expansivos es la ampliación y consolidación de mercados internacionales, producto de sucesivas campañas de estimulación y profesionalización de nuestra fuerza de ventas, depuración e implementación de los canales de distribución y estudio y mejora de la logística.
De ahí que todo esfuerzo que persiga la sinergia en la proyección internacional del textil español -como por ejemplo el asociacionismo que representan Ateval y Home Textiles from Spain- debe ser fomentado desde todas las instancias como el vehículo perfecto para posicionar las marcas del textil español en los mercados internacionales.
La búsqueda de la excelencia en los procesos de producción debe activar la instalación intensiva de controles de calidad en todos los estadios de la producción, desde el diseño y la investigación de materias primas hasta la comercialización del producto final, que nos facilitará la obtención de cada vez más ambiciosos certificados de calidad.
Y todo ello sin descuidar otro valor básico en nuestro ideario industrial: el respeto por el entorno y la sostenibilidad de los recursos naturales, humanos y económicos acopiados en los procesos de producción.
A pesar de estas premisas, y en función de unas condiciones de producción en permanente cambio, el sector debe mantener una considerable flexibilidad empresarial para adaptarse a la realidad poliédrica que presenta el mercado.
Desde el convencimiento absoluto de que las soluciones a estas nuevas situaciones tienen que plantearse entre todos, contando con todos y buscando la mejor opción colectiva, la defensa de la marca como valor es una herramienta fundamental y de diferenciación para nuestros clientes.
Igual que en el pasado conseguimos tejer una trama empresarial consistente, que ha proporcionado recursos materiales, infraestructuras y conocimiento, debemos ser capaces, hoy, de tejer una urdimbre de información y diseño que nos asegure un futuro sólido y brillante, tecnológicamente avanzado y socialmente productivo, en el concierto de una sociedad de mercado construida a imagen de nuestras necesidades y expectativas.