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Columna
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¿Tú también, Evo?

El presidente de Bolivia, Evo Morales, volvía de una sesión conjunta en La Habana en busca del ALBA de América, a la vera del presidente cubano Fidel Castro y del venezolano Hugo Chávez. La fotografía del trío se presentaba en muchos diarios como muestra representativa de tres generaciones revolucionarias. Pero conviene ir más despacio, porque el acceso de Fidel al poder fue por la acción de las armas y siempre se atuvo a la decisión de que sólo lo abandonaría saliendo con los pies por delante, mientras que sus dos acompañantes han llegado a la presidencia de sus repúblicas, en Caracas o en La Paz, impulsados por los votos.

Es decir, que hay una heterogeneidad de origen muy relevante entre el comandante de uniforme verde oliva y sus contertulios de estos días pasados en el Malecón. Tanta heterogeneidad, que un buen amigo diplomático, con responsabilidades en una de las capitales de ese eje singular, se atreve a sostener que el mal ejemplo de Chávez, propagador de un populismo autoritario de efectos contagiosos entre la generalidad de los países de la comunidad iberoamericana, puede ser por el contrario en la Cuba de Fidel Castro un activador de gérmenes democráticos.

Ese Fidel Castro que oficiaba de anfitrión y maestro de ceremonias es el mismo que acepta abrirse al planteamiento de qué vendrá después, cuando se acredite su condición mortal; el que tiene en su hermano Raúl un relevo tan preparado como breve; el que se ha encerrado en el búnker de la revolución pendiente sin atender a los sacrificios de los demás; el que después de 47 años en el poder descubre que le han fallado los cubanos por carecer de suficiente ardor y compromiso con la causa revolucionaria; el que hace vivir a la población en la ilegalidad, más o menos tolerada o sancionada para resolvel los mínimos necesarios; el que pretendía acabar con la Isla Grande como burdel de los americanos para terminar ofreciendo esos mismos servicios a los canadienses y europeos de diferentes países.

La decisión de 'to pal pueblo' está tan cargada de incógnitas como de amargos presagios para nuestra campeona Repsol-YPF

Veremos si la revolución cubana acaba ejerciendo funciones de mater et magistra -madre y maestra- de los regímenes en que proyectan instalarse los actuales líderes de Venezuela y Bolivia.

Pero, de momento, debemos anotar que algún recalentamiento ha debido suministrar La Habana a Evo Morales, porque ha llegado a La Paz como si hubiera tomado carrerilla para nacionalizar desde un balcón los recursos de gas e hidrocarburos del país. La decisión de to pal pueblo, escenificada con los soldados doblemente armados a las puertas de uno de los campos explotados por Petrobras, está tan cargada de incógnitas como de amargos presagios para nuestra campeona Repsol-YPF, que lleva meses hostigada por los poderes de Bolivia con dosis bien administradas de detenciones de sus directivos, allanamientos de sus instalaciones y acusaciones de contrabandear el gas y de eludir impuestos en las aduanas para los bienes de equipo importados de sus instalaciones en el país.

Enseguida Hugo Chávez ha acudido a La Paz en socorro del vencedor mientras los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Argentina, Néstor Kirchner, han convocado a sus colegas de Bolivia y Venezuela en Iguazú para tratar en conferencia sobre los problemas que la nacionalización suscita en el abastecimiento energético. Será una buena ocasión, por ejemplo, para que el citado Kirchner pruebe de su propia medicina populista suministrada por Evo Morales.

Aquí en Madrid, donde recién elegido Evo compareció con su vistoso y atrevido atuendo y donde obtuvo todas las consideraciones y condonaciones de deuda, las nacionalizaciones ahora decretadas se han encajado componiendo la figura de don Tancredo. Nada de respuestas en caliente. Se ha preferido un lenguaje muy aguado para hablar de 'desencuentro puntual'. Pero, ¿qué son los choques de trenes sino desencuentros puntuales? Otra cosa es saber si Evo Morales merece felicitaciones por la coherencia de cumplir con su promesa electoral o reproches por su desinterés hacia las consecuencias. Y de la Secretaría de Cooperación Iberoamericana, con todas sus cumbres a cuestas, ¿qué se ha hecho?

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