El famoso Hotel Plaza
El Hotel Plaza es protagonista uno de los lugares comunes de la historia económica reciente. Allí, en nueva York, en el extremo Sur de Central Park, se juntaron los gobernantes de las principales economías del mundo el 22 de septiembre de 1985 para decidir al alimón que el dólar debería ser un poco más barato. La reunión surtió efecto, el dólar se depreció y en Japón se infló un poco más la burbuja cuyo estallido paralizó la economía durante más de década y media.
Hoy las cosas han cambiado. El Hotel Plaza, fundado en 1907, ha sido convertido en un poco glamouroso complejo de apartamentos a unos 20.000 dólares el metro cuadrado, dólar arriba dólar abajo. Y hoy por hoy sería imposible que una reunión de gobernantes a puerta cerrada cambie las dinámicas de las divisas como en 1985. Un hecho que seguramente alivie a los defensores a ultranza del libre mercado, pero también, y no sin menos razones, las autoridades económicas pueden tener una cierta sensación de vértigo.
Expertos y medios de comunicación son más reacios a aceptar los cambios. Así, siguen, o seguimos, hablando de 'un nuevo acuerdo del Plaza' de forma periódica, con un frecuencia anual algo inferior a la celebración de 'el partido del siglo'. La expresión es demasiado atractiva como para dejarla pasar alegremente bajo el peregrino argumento de que ni hay hotel ni posibilidad de repetir el acuerdo.
Y no sólo por la mayor dimensión de los mercados financieros. También porque China ha escarmentado, y no quiere pagar como Japón los platos rotos de los desequilibrios estadounidenses. Las revaluaciones del yuan han sido marginales, y con decisiones como la subida de tipos de ayer los gobernantes dejan claro que serán ellos los que controlen el ritmo y los mecanismos por los que devolver la economía a una senda de crecimiento más reposada. Seguiremos viendo titulares sobre el Hotel Plaza. Pero serán sólo eso, titulares.