Europa necesita un éxito
Europa, la Unión Europea, se encuentra en una fase de depresión después del no mayoritario manifestado por los electores franceses y holandeses cuando los referendos convocados sobre el Tratado Constitucional. Y el mejor antídoto para superar esa depresión, la droga más fuerte y de más seguros efectos, se cifra en el logro de algunos éxitos indiscutibles que puedan mostrarse cuanto antes. Esa fue al menos la principal conclusión del seminario organizado por la Fundación Carlos de Amberes el pasado miércoles en la Universidad de Alcalá de Henares, donde se examinó el momento actual de la Unión Europea.
De Bruselas habían venido Antoinette Spaak, eurodiputada belga; Etienne Davignon, ex vicepresidente de la Comisión Europea, y Philippe de Schoutheete, asesor del comisario Michel Barnier para asuntos constitucionales. Con ellos estuvieron los nuestros. José María Gil-Robles, ex presidente del Parlamento Europeo; Fernando Álvarez de Miranda, ex presidente del Congreso de los Diputados; Carlos María Bru, presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo; Daniel de Busturia, profesor de la Escuela Diplomática, y José María Espinar, catedrático de Derecho Internacional y secretario general de la Universidad de Alcalá.
El rector, Virgilio Zapatero, ofreció la maravilla artesonada del paraninfo para inaugurar el encuentro, que se desarrolló después en la modernidad de la sala internacional. Los invitados llegados de Bruselas pudieron así hacer un viaje de ida y vuelta al siglo XVI, cuando las universidades formaban esa red del saber tan ligada a la mejor tradición europea, que ahora se renueva con programas como el Erasmus, algunos de cuyos estudiantes se sumaron a los debates. Todos se sentían en la misma atmósfera de los colleges de Oxford o de la ciudad de Lovaina. A partir de esa disposición de espíritu intentaron acercarse a la biografía de algunos de los padres fundadores de la UE para encontrar en sus trayectorias estímulos que pudieran ayudar a la superación de las parálisis del presente. Philippe de Schoutheete, que estuvo en el origen de algunas de las iniciativas más ambiciosas de la UE y fue también embajador de su país en España, buceó en las memorias que bajo el título Combats Inachevés publicó Paul Henri Spaak. Era un buen ejemplo de una generación que se vio atravesada por la guerra y el exilio, en su caso en el Londres de los años cuarenta. Puso de manifiesto su consideración de que 'el optimismo era el valor de las horas sombrías' y también su convicción de que 'quien no aportaba el método, no hacia avanzar la resolución del problema'. De ahí también su desesperación en la presidencia del Consejo de Europa, sobre el que manifestó el asombro que le causaba 'la suma de talento que se malgastaba en su asamblea para explicar que no había nada que hacer'. Por eso, insistía en que más allá de la enunciación de nobles ideales era necesario estar dispuestos para la acción.
Los dirigentes de ahora mismo parecen absortos por el corto plazo y dominados por los medios de comunicación
El caso es que cuando se preparaba la conferencia de Mesina y las negociaciones de Val Duchesse, en lo que serían las vísperas del Tratado de Roma, Michel Debré decía en la prensa que la conferencia presidida por Spaak 'cavaba la tumba de Francia'. Al fin, cuando se llega a la firma en el Capitolio, Spaak escribe que 'esta vez a los hombres de Occidente no les ha faltado la audacia y no han actuado demasiado tarde. El recuerdo de sus desgracias, y tal vez también de sus errores, parece haberles inspirado, les ha dado el valor necesario para olvidar las viejas querellas'. Ahora sucede que quienes se encuentran en el poder carecen de esa experiencia vivida de la desgracia y ni siquiera han llegado al reconocimiento de errores. De ahí que se instalen en la intransigencia propia de los que en la vida desertan de las grandes decisiones que han de tomar.
Para los reunidos en la Universidad de Alcalá se diría que en el momento presente Europa carece de políticos capaces de persuadir y convencer, de unir la pertinencia del pensamiento a la emoción expresiva, de ganarse la adhesión. Los dirigentes de ahora mismo parecen absortos por el corto plazo y dominados por los medios de comunicación. Ni siquiera nuestro presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ha pasado de ser un icono y sigue sin convertirse en figura internacional. Veremos si en el campo de la energía y en el de la política exterior la UE se apunta pronto el éxito reanimador que tanto necesita para sacar adelante la Constitución pendiente.