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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Endeudados pero no agobiados

La deuda de los hogares españoles ha llegado ya al 110% de su renta bruta disponible. Es un valor notablemente superior a la media europea, alcanzado tras un crecimiento vertiginoso en la toma de crédito, hipotecario básicamente, en los ocho últimos años. Este nivel de obligaciones financieras para las familias es una de las principales preocupaciones de los analistas económicos, porque consideran que implica una vulnerabilidad desmesurada a una subida de tipos de interés, y porque puede maniatar la capacidad de inversión y de consumo del primer agente económico del país.

¿Significa tan alto grado de endeudamiento que las finanzas familiares están al borde del colapso? En absoluto. La riqueza financiera de los hogares es muy superior a su endeudamiento, y la riqueza patrimonial abismalmente mayor que sus obligaciones crediticias. El Banco de España ofrecía ayer mismo unos datos esclarecedores al respecto. Los hogares españoles tienen 2,23 euros por cada uno que deben, o, dicho de otra forma, deben 0,44 euros por cada uno que tienen. Adeudan un poco menos de lo que producen en un solo año, el 91% del PIB nacional y el valor patrimonial de sus inmuebles supera ampliamente el PIB, pues llega al 511% del producto nacional.

Es cierto que a medida que se ha elevado el valor patrimonial, por la revalorización de los activos inmobiliarios, lo ha hecho también la deuda y la ratio de activos sobre pasivos se ha deteriorado. Pero la riqueza financiera neta está cerca de 900.000 millones de euros, y la deuda, triplicada desde 1998, en ningún caso alcanza valores de alarma, tal como reflejan las ratios de morosidad. Las familias podrían incluso amortizar hoy todos sus créditos si quisiesen desprenderse de todos los depósitos que tienen en los bancos y cajas, o si quisiesen vender todas sus acciones y participaciones en empresas.

Pero este equilibrio macroeconómico esconde un desequilibrio microeconómico no desdeñable, que puede convertirse en un verdadero problema si una crisis sobrevolase la economía. Las familias siempre han sido el agente económico mejor pagador. De hecho, en ningún país han sido las desencadenantes de una crisis importante, mientras que Estados enteros han ido a la bancarrota y sectores empresariales completos han desaparecido del mapa.

El inconveniente está en que en España la situación financiera y patrimonial de las familias, como no puede ser de otra forma, no es homogénea. Unas tienen los depósitos, otras las participaciones en sociedades y otras las deudas. Este último colectivo, de cerca de cinco millones de hogares, formado por generaciones jóvenes que han hecho de la vivienda la inversión de su vida aprovechando el estímulo que supone tipos de interés bajos y estables en la zona euro, puede tener dificultades financieras.

Esos problemas serán de carácter transitorio si la inflación obliga de forma temporal a elevar los tipos de interés muy por encima de donde están ahora (2,5%). Sin embargo, serán prolongados y graves si una crisis económica ajusta el empleo en España de forma significativa y han de encararse costosos y prolongados compromisos financieros.

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