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Columna
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Evitar muertes como reto estadístico

Desgraciadamente se ha cumplido, con creces, el anuncio de la campaña de la Dirección General de Tráfico, que alertaba sobre la posibilidad de que murieran en las carreteras un centenar de personas durante los desplazamientos por Semana Santa. Sin embargo, esta trágica noticia, que muestra la inexorable estabilidad que, a corto plazo, tienen las frecuencias o probabilidades de diferentes sucesos, vista con la necesaria perspectiva temporal, es un buen ejemplo de cómo la información estadística puede ayudar a evitar muertes, aunque ello, obviamente, no sirva de consuelo a quienes han sufrido pérdidas irreparables de familiares o amigos.

El procedimiento que se sigue para acumular información consiste en que, para cada accidente que se produce en carretera, se abren unas diligencias y se cumplimenta un cuestionario estadístico. Este sistema permite conocer la influencia que en las muertes tiene el consumo de alcohol, la no utilización del cinturón de seguridad, la velocidad excesiva, las condiciones climatológicas y otras características entre las que, por descontado, figuran las fechas en que se ha producido el accidente. De esta forma, las campañas de prevención de accidentes, además de avisar en la publicidad o en los paneles de las carreteras sobre el número de muertes que se han producido en similares fechas del año anterior, inciden en aconsejar que se corrijan aquellos factores que más influyen en los accidentes. El resultado es tan satisfactorio que, las 3.329 muertes en carretera que se registraron en 2005 han supuesto una reducción del 22,5% respecto de las que tuvieron lugar en el año 2000, y ello a pesar del espectacular aumento del parque automovilístico, que en 2005 registró 2,2 millones de matriculaciones y del consiguiente aumento en el número de desplazamientos, calculado en 15,6 millones en estas fiestas de Semana Santa.

Sobre la base también en los datos estadísticos que se rellenan a la hora de establecer otras causas de muerte y, en este caso, en investigaciones médicas, se viene incidiendo en la necesidad de dejar el tabaco, hacer ejercicio, comer sano, usar preservativos, pasar revisiones médicas periódicas y otras medidas que, en general, intentan reducir el volumen de las principales causas de muerte.

Esta regla tan ejemplar de reducir el número de muertes, por la vía de aprovechar el conocimiento que se ha acumulado sobre las causas que las determinan, se ve truncada cuando las muertes obedecen a causas externas y la cumplimentación de cuestionarios se sale de las competencias de la clase médica o de las que tiene asignadas la DGT para el caso de los accidentes de tráfico. Así, en los boletines de condenado de 2004, que corresponde rellenar en los juzgados, se aprecia la falta de características tan básicas como la edad de los homicidas, que no consta en el 22,1% de los casos, e incluso su sexo, que no aparece en un 3,1% de las ocasiones, por no hablar de otras de sus características, como nivel de estudios, relación con actividad económica, etcétera, lo que impide tomar medidas como las que se adoptan en Tráfico.

Del mismo modo, unas muertes tan dolorosas como las producidas por el suicidio tampoco pueden ser objeto de investigación. Para empezar, el número de suicidios proporcionados por los juzgados no parece fiable puesto que la estadística judicial aportó la cifra de 2.210 suicidas en 2003, un 36,5% menos que los 3.478 suicidios y lesiones autoinfligidas que aparecen en la estadística de causas de muerte que cumplimentan los médicos. Pero, además de esta divergencia de totales, en un 64,5% de los boletines de suicidio los juzgados no se ha cumplimentado su posible causa, en un 61,5% de las ocasiones no aparece cumplimentada la profesión e incluso una variable tan sencilla como el estado civil del suicida no aparece en el 21,4% de los boletines y su nivel de instrucción tampoco aparece reflejado en el 79% de las ocasiones aunque ésta variable, caso de estar disponible, resultaría irrelevante puesto que se desglosa tan sólo en alfabetos y analfabetos, igual que hace 100 años, quizás como muestra de la inercia de nuestro sistema judicial.

De esta manera, a diferencia de la disminución registrada en las muertes por accidentes de tráfico, los suicidios crecen como causa de muerte y se han llegado a situar en 3.507 en el año 2004, superando así la envergadura de las muertes en carretera y sin que, en este caso, se sepa nada para reducir esa conmoción que siempre produce el que haya personas que, por razones que no somos capaces de conocer, decidan acabar con sus propias vidas.

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