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Columna
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¿Se va el caimán Berlusconi?

Los italianos han decidido en las urnas, por estrecho margen, dar un giro a la forma de hacer gobierno en su país. Las denuncias de fraude electoral de Silvio Berlusconi son, según el autor, un último intento del todavía primer ministro de eludir la acción de la justicia

Los votos obtenidos en los comicios del domingo-lunes por la coalición del hasta ahora primer ministro italiano Silvio Berlusconi suponen, en términos porcentuales, apenas unas décimas menos de lo que representan los sufragios sumados por sus rivales del Olivo, con Romano Prodi a la cabeza. Pero ese ínfimo diferencial tiene premio, le otorga 67 diputados de ventaja y equivale en principio a una sentencia de desalojo del poder para il Cavaliere. Es decir, que aunque Italia aparezca dividida por la mitad entre dos campos mutuamente hostiles, si acaba teniendo que salir Berlusconi, si se va el caimán, es seguro que se impondrá una nueva dinámica para depurar los abusos que han terminado por erosionar el sistema democrático italiano.

Pero conviene calcular la resistencia extrema que opondrá el vencido al reconocimiento de la derrota. Sus exigencias de nuevo recuento y sus propuestas de grandes coaliciones al modo alemán, sumando partidos que han concurrido a los comicios en las dos coaliciones enfrentadas. Berlusconi tiene aprendida de modo indeleble la lección de Bettino Craxi y sabe que abandonar el Quirinal le llevaría en breve plazo a presidio.

De ahí su comportamiento durante la campaña electoral. Según las encuestas le mostraban el desvío de los electores más se aplicaba a la adopción de actitudes exageradas y a explotar todas las ocasiones de abusar de las ventajas añadidas de comparecer como primer ministro en ejercicio. De ahí también su entrega a un recital con toda clase de marrullerías destinadas a ganarse el voto del miedo. El insulto al adversario, la insidia, la prepotencia, la denuncia de conspiraciones inventadas, la adopción del papel de víctima cuando ha sido un ventajista y un agresor sin límites, han formado parte de su panoplia como candidato. Los jueces, los fiscales, los periodistas, los medios de comunicación, todos se habían confabulado contra el insobornable valedor de los italianos, que aspiraba a completar su obra.

II Cavaliere tiene apren-dida de modo indeleble la lección de Bettino Craxi y sabe que abandonar el Quirinal le puede llevar en breve plazo a presidio

Pero su obra de gobierno, o mejor de desgobierno, ha dejado Italia en la parálisis con cifras de crecimiento cero y una situación de estancamiento y de pérdida de pulso en la economía y en la escena internacional. Berlusconi, durante la campaña que le llevó al poder, prometió que si alcanzaba el puesto de primer ministro se quedaría desde el primer día al margen del manejo de su imperio mediático y de negocios, mediante una ley que salvara el conflicto de intereses. Pero nunca llegó esa norma y por el contrario Berlusconi impulsó otras muchas para mejorar su inmunidad de presidente del Gobierno y salvarse in extremis de sus obligaciones fiscales y penales cada vez que sus asuntos pendientes entraban en erupción.

Cada uno puede pensar cómo hubiera reaccionado la UE ante los desmanes de todo orden de il Cavaliere si en lugar de ser primer ministro de un país capital como Italia hubiera sido jefe del Gobierno de Lituania, de Eslovaquia o de Austria. Para ayudar a los menos imaginativos bastaría recordar la que se organizó cuando Haider pareció merodear por los aledaños del poder en Viena. Entonces enviamos al propio Marcelino Oreja para que nos informara de los peligros en ciernes y lanzamos una advertencia solemne sobre las represalias que adoptaríamos en la eventualidad de que aquel personaje con veleidades a lo nazifascista escalara posiciones de poder.

A Berlusconi nadie le ha parado los pies pese a los muchos excesos en que ha incurrido. Hasta ahora ha vulnerado sin problemas las reglas democráticas más elementales, se ha prevalido de su posición como primer ministro para sus negocios, ha montado toda clase de escandaleras en el Parlamento Europeo y en las demás instituciones de la UE sin pagar en apariencia precio alguno.

Incluso aquí en España, donde el juez Campeador Baltasar Garzón lo tenía entrampillado en una causa penal seguida ante la Audiencia Nacional 'por falsedad y fraude fiscal en Tele 5', el Tribunal Constitucional acordó el 14 de octubre de 2003 mantener en suspenso el procedimiento mientras ocupara la jefatura del Ejecutivo italiano. Pero si Berlusconi cayera, si se va el caimán, la causa puede reactivarse y veremos con qué consecuencias políticas y empresariales.

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