La UE, regulador mundial

Cierta sabiduría convencional, sobre todo en Europa, sostiene que EE UU manda en el mundo. Pero la UE tiene su propia ambición -escribir el reglamento que gobierne el negocio mundial-. Lo está consiguiendo.

Casi todas las empresas con operaciones globales hacen negocio en Europa, y puesto que los estándares de regulación de la UE son de los más severos del mundo, Bruselas sube cada vez más el listón (...).

Microsoft lleva años atascada en un caso antitrust a propósito de su software Windows, sin ningún final a la vista, incluso después de que se decidiera, en el mismo tipo de caso, que las aerolíneas estadounidenses podrían ser obligadas a aplicar el esquema de emisión de gases de la UE inspirado en el de Kioto cuando despeguen desde Europa (...). La regulación es el soft power europeo (...).

Europa parece poco dispuesta a replantearse su actual enfoque activista de la regulación económica, al menos que reciba más presiones de sus socios internacionales. En el continente, los 'trámites' y 'establecer reglas' no son sólo los pasatiempos favoritos sino que se elevan al nivel de haber ayudado a mantener la paz en Europa desde la segunda guerra mundial. Aunque fuese cierto (...) existe poca justificación para aplicar este modelo al mundo entero.