Vinos biodinámicos
Responden al adjetivo ecológico, pero dan un paso más en el nivel de exigencia. La biodinámica no es sólo una práctica agrícola, sino que responde a una filosofía más compleja. No se trata únicamente de prohibir la utilización de productos químicos y pesticidas o de abonar el suelo con estiércol natural, porque la biodinámica es una forma de ver la vida, de trabajar el suelo siguiendo los ritmos de la tierra y el sistema solar.
El planteamiento, aunque lo parezca, no es novedoso. Se comenzó a desarrollar en Alemania en 1924, y se basa en la antroposofía, doctrina creada por el austriaco Rudolf Steiner. Según su teoría, se aboga por una explotación de la naturaleza basada en la armonía del mundo animal, vegetal y mineral, integrada en el cosmos y sometida a las influencias de los planetas (la luna, por ejemplo, afecta a la vida de las plantas y a los líquidos, como con las mareas).
Materia orgánica
El objetivo de la biodinámica es tratar la tierra de forma que se fomenten los microorganismos y la materia orgánica en el suelo, para lo cual se emplean los llamados 'preparados biodinámicos' como un cuerno de vaca vaciado de su cartílago que se rellena de bosta del animal y se entierra a finales de septiembre, desenterrándolo en abril (en el solsticio de primavera), y cuyo fin es conseguir bacterias naturales en la tierra. U otros preparados a base de cuarzo o plantas aromáticas y medicinales (manzanilla, corteza de roble, ortiga).
Desde el principio la biodinámica se centró en la agricultura, y su llegada a la viticultura es más reciente. Los franceses son sus más firmes defensores y producen vinos de gran calidad con estos métodos. Su máximo exponente es Nicolas Joly que en el valle del Loira elabora La Coulée de Serrant. Pero no es el único, porque vinos míticos como el Domaine de la Romanée Conti o los también borgoñeses Domaine Leroy o Domaine Leflaive son ejemplos de esta forma de concebir el vino.
A España también ha llegado. Hace siete años que Ricardo Pérez la practica en El Bierzo en Descendientes de J. Palacios, alumbrando tintos excelentes y de pequeña producción, con el Corullón a la cabeza. En la zona soriana de la Ribera lo hace Dominio de Atauta, donde el enólogo francés Bertrand Sourdais produce Llanos del Almendro a partir de viñas muy viejas de tempranillo.
Pedro Gallego, biodinámico convencido, hace lo propio en Anguix, con el 7 Lunas, igual que la también ribereña Adrada Ecológica y su Kirios de Adrada. En Valdepeñas Bodegas Dionisos son pioneros en la Mancha, con una línea de vinos biodinámicos que denominan 'Al compás de la luna' con el Ego Primus a la cabeza. En el Ampurdán los elabora Mas Estela.
Y es que la biodinámica no ha hecho más que empezar. Como señala Pedro Gallego, 'no certifica que el vino sea bueno, pero la uva es más auténtica, más sana y refleja mejor el terruño. Es un valor añadido'.