Océanos no tan oscuros
Como el iceberg, que mantiene la mayor parte de su estructura oculta bajo el agua gélida, Internet está muy lejos de ser el sitio perfectamente conocido que piensan la mayoría de los usuarios. Decenas de miles de bases de datos pueblan la Red lejos del alcance de los alargados brazos de los buscadores, y en ellas viven durmiendo Terabytes de informaciones a las que sólo se puede acceder indirectamente. Es la llamada Internet Profunda, en la que Idoia Salazar nos enseña a bucear.
En Las profundidades de Internet (Trea, 2006), la periodista de ELPAIS.es, parte de una máxima: ¢el hecho de que Google o Yahoo! no encuentren ciertos datos no significa que no estén en Internet¢. Están, claro que sí, pero hay que acceder a sus almacenes de uno en uno. Y son unos cuantos: multiplican por más de 400 veces el volumen de los que sí podemos ver directamente.
La cosa se complica aún más si se tiene en cuenta el auge que están teniendo los nuevos formatos de comunicación en la web, desde el video a todos los formatos imaginables de archivos (PDF, ejecutables, comprimidos ).
Ante este panorama, Salazar describe todos los sistemas de búsqueda convencionales, destacando sus cualidades y sus desventajas, y en el camino disecciona además algunos de los recursos menos conocidos. Convierte así el paseo por la estructura de la Red en una auténtica guía de recursos para todos aquellos usuarios de Internet que necesitan manejar mucha información.
El verdadero núcleo de este título es, sin embargo, el análisis de lo que promete ser el futuro inmediato del ciberespacio: la web semántica. Con este término se hace referencia al enfoque totalmente nuevo que algunas instituciones pretenden dar al manejo que hacen las máquinas de la información: de leerla y almacenarla, a entenderla.
Avanzando en un tema que apenas sí ha sido tratado, el libro examina con detalle los proyectos para dotar de cierta inteligencia artificial a Internet. La idea es que cualquier ciudadano pueda realizar casi todas las actividades de la vida cotidiana gracias a una Internet más brillante, más lógica, en la que los documentos tengan un significado para las máquinas que nos ayudan a encontrarlos. Se trata, como señala este título imprescindible, de ordenar el caos de información que es la Web actual y formar con él un cosmos.