Historia de Rusia a través de su arte
Pocas ocasiones tienen los occidentales de acercarse al arte ruso como la que brinda el Museo Guggenheim Bilbao desde hoy hasta el 3 de septiembre de 2006. Más de 275 obras salen del Museo del Kremlin, el Museo Estatal Ruso, el Museo Ermitage y la Galería Estatal Tretiakov para instalarse en las salas del segundo piso y en las galerías 301, 302, 303 y 304 del tercer piso del museo diseñado por Frank Gehry.
¡Rusia! aspira a ser uno de los acontecimientos culturales del año, como antes lo fue en el Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York, donde ha sido vista por 401.885 personas en 17 semanas, una de las exposiciones de más éxito en la historia del museo -Frank Gehry, Arquitecto fue visitada por 397.032 personas-.
La exposición, patrocinada por BBVA e Iberdrola, está concebida como una serie de momentos clave de la historia del arte en Rusia. Los comisarios, un grupo de cinco especialistas de la organización Guggenheim y los museos prestadores, ponen el acento en las interconexiones existentes entre la historia del arte ruso de los últimos 900 años y sus colecciones de arte occidental desde el siglo XVIII, y la contribución de Rusia a la historia del arte, más allá de los iconos y las vanguardias rusas.
Muchas de las obras se exponen fuera de Rusia por primera vez y algunas han sido prestadas expresamente para su presentación en el Guggenheim Bilbao.
El recorrido comienza en la Rusia medieval, la era de los iconos, desde el siglo XIII hasta el XVII. Destaca un conjunto de tablas del iconostasio del Monasterio de San Cirilo del Lago Blanco que no se vio en Nueva York.
A continuación, el visitante se familiariza con las colecciones aristocráticas e imperiales de los siglos XVIII y comienzos del XIX, y el arte ruso del siglo XVIII. Artistas como el pintor Dimitri Levitski, el escultor Fiodor Shubin, y Fiodor Alekseiev, casi en el siglo XIX, dieron esplendor a la corte.
En la primera mitad del siglo XIX, sobresalen Orest Kiprenski, Alexei Venetsianov, Karl Briulov, Alexander Ivanov e Iván Aivazovski, cuyas obras no sólo se comparan a las de sus contemporáneos extranjeros sino que, en algunos casos, anticipan desarrollos de Occidente. En la segunda parte del siglo, un grupo de artistas, conocidos como los pintores Ambulantes (Ilia Repin, Iván Kramskoi, Nikolai Gue, y los paisajistas Isaac Levitan e Iván Shishkin), utilizaron el arte como herramienta para la crítica social. Sus obras constituyeron las bases de la gran colección de Pavel Tretiakov, actualmente en la Galería Estatal Tretiakov.
La vanguardia histórica rusa está representada en las obras del simbolista Mijail Vrubel, precursor de Goncharova y Malevich y los menos conocidos Ilia Mashkov, Piotr Konchalovski y Aristarj Lentulov (el Museo Thyssen de Madrid ofrece una visión de estas manifestaciones en la muestra Vanguardias rusas, abierta hasta el 14 de mayo).
El Realismo Socialista, considerado durante mucho tiempo como propaganda o curiosidad histórica, produjo artistas de gran talento, entre ellos Isaac Brodski y Alexander Deineka.
Las muestra concluye con los desarrollos del arte soviético que se produjeron entre la muerte de Stalin y el fin de la Guerra Fría; enfoques y temas más personales de los que dan cuenta artistas como Helio Korzhev o Ilia Kabakov.