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CincoSentidos

Los gauchos del Brasil

Hay que dejar de lado los tópicos: en la Serra Gaucha de Río Grande do Sul afloran los rasgos inesperados de un Brasil muy diferente

Si no fuera por guiños de vegetación tropical, uno creería hallarse en algún rincón de Europa. Las colinas jugosas y campos bien cultivados, los bosques que se internan por la sierra, el aspecto atildado de los pueblos, sus casas de elegancia alpina, la gente de tez clara, todo hace pensar en el viejo Continente. En invierno, el frío atenaza la montaña y no es raro que nieve. Los rasgos no europeos, lo más indígena, también sorprende: es predio de los gauchos, ganaderos hermanos de los argentinos que hablan otra lengua, pero viven como ellos, visten como ellos, sorben el mismo mate -que aquí llaman chimarrao- con la misma unción religiosa.

Nadie diría que esto es Brasil. Y es que hay casi tantos brasiles como estados -son veinticinco los estados brasileños-, agrupados en cinco grandes regiones. Río Grande do Sul es el más sureño, fronterizo con Uruguay y Argentina, tal vez el más diferente. El que tiene mayor calidad de vida: sus diez millones de habitantes generan el 8% del PIB nacional. Pues bien, incluso este estado es un abanico de diversidad, abarcando un litoral animado, serranías espesas, valles vinícolas, pampa, misiones históricas y otros rincones sorprendentes.

Su capital y punto de referencia es Porto Alegre. Ciudad famosa por lo que todos saben: allí aprendió a darle a la pelota Ronaldinho. Aparte de eso, es una de las ciudades más interesantes de Brasil. Con una historia que podríamos llamar propia: entre 1835 y 1845 la revolución de los Farrapos (desarrapados) mantuvo separado al territorio del resto de la nación que se estaba cuajando; sólo diez años antes de la revolución farroupilha había declarado el príncipe don Pedro la independencia de Portugal. La afluencia masiva de alemanes primero, y después de italianos y polacos, dio al estado una fisonomía definitivamente diferenciada.

Porto Alegre presume de ser la más verde del país: los mismos árboles que vecinos

Porto Alegre es luminosa y alegre, como su nombre indica, y presume de ser la más verde del país: los mismos árboles que vecinos (millón y medio, aproximadamente). Se alza junto a un lago que parece mar, formado por el río Guaiba, y vista desde el agua (en alguno de los cruceros que surcan sus 30 islas) semeja una metrópoli yanki, erizada de rascacielos. Sin embargo, su almendra es la de una urbe provinciana, decimonónica y amigable, con hermosos edificios como los que rodean la Praça da Alfândega, entre ellos el Museo de Arte, o el Santander Cultural, toda una institución cívica, perteneciente al banco español. La catedral neogótica, el teatro y otros edificios compiten con centros culturales de vanguardia, como la Usina do Gasômetro, antigua planta de gas.

La llegada masiva de alemanes en 1824 levantó ciudades como Nueva Hamburgo o Nueva Petrópolis; en ésta, los apellidos y tradiciones de origen tudesco se mantienen vivos, atizados por un parque temático.

Gramado, en plena Serra Gaucha, es la ciudad más turística del estado, con excelentes hoteles y restaurantes, sede de ferias (turismo) o festivales (cine) de alcance internacional. En la vecina Canela, el Parque do Caracol esconde entre sus cañones poblados de araucarias una cascada espectacular. Un aviso de que los secretos gauchos merecen atención sin prisas.

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