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Crónica de Manhattan
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Gravar más la gasolina

John Snow, secretario del Tesoro, lleva días explicando las deducciones con las que el Gobierno quiere ayudar a acelerar el desarrollo de energías alternativas. Snow recuerda que hay reducir el consumo de energía, 'una prioridad que el presidente se impuso en el discurso del Estado de la Unión'.

Entonces, George Bush sorprendió al decir que EE UU 'es adicto al petróleo'. El presidente hizo esta afirmación en el contexto de la seguridad nacional por la dependencia del país a estados explosivos políticamente. Pero hay más.

Algo en lo que Bush no profundizó, pero no se les ha pasado ni a los guionistas de Siryana o a Richard Clarke, autor de The Scorpion's Gate, es que muchos de productores de crudo cortejan a quien tiene la mayor tasa de crecimiento de consumo: China, lo que puede reducir la influencia de EE UU, el mayor consumidor mundial.

Y ello ocurre cuando hasta las petroleras advierten que no se anda lejos del 'tope del petróleo' mundial. æpermil;ste se alcanzará cuando se llegue al momento de mayor producción. A partir de ahí, comenzará el declive hasta que la demanda exceda las posibilidades de la oferta y los precios se dispararán. Es un escenario negro que la más optimista de las previsiones sitúa entre 2037 o 2047. Los cálculos hechos con los modelos de quien predijo con precisión el tope de EE UU aseguran que ya se ha llegado.

Hay que dinamizar el avance de otras energías. Pero también hay que consumir menos crudo. Algunos analistas creen que subiendo el impuesto de la gasolina de 18,4 centavos el galón a un dólar, bajaría la adicción. Y se notaría, porque la gasolina es responsable del 40% del consumo de los 20,6 millones de barriles que EE UU devora al día. En el campo o lugares como Fénix o Los Ángeles, un continuado suburbio jalonado de carreteras, puede que el alza no frene el bulímico consumo, pues el modelo de ciudad impone la dependencia del coche.

A los ciudadanos el alza les parece muy mala idea. Según The New York Times, el 85% está en contra de subir impuestos sin más, lo que explica que esta medida no tenga padrinos. Pero hay matices en la negativa. El 55% estaría de acuerdo en pagar más para reducir la dependencia del crudo extranjero y el 59% para rebajar emisiones. Es decir, que bien explicada o estructurada, la tasa no parece que resulte difícil de asumir por unos ciudadanos que hace tiempo que saben de su adicción.

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