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Columna
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Agencias, institutos, entes y otras... figuras

En la web de la Comisión Europea se recogen documentos sobre el European Institute of Technology Consultation. Inicialmente fue una 'idea a explorar', surgida en una de las revisiones de seguimiento de la Estrategia de Lisboa. Hoy hay discussion papers, notas de prensa, consultas públicas… y todos los trámites previos a la creación formal del Instituto Europeo de Tecnología. La agencia se presenta como una medida para lograr los objetivos previstos, pero su contribución real se evaluará, quizá, mucho más tarde. Con ocasión de una visita a un centro nacional de investigación, se atribuye al general De Gaulle el comentario: 'Veo muchos investigadores, pero no veo la investigación'. Con algunas agencias se ve el edificio y las personas y, a veces, la actividad, pero no siempre los resultados.

La proliferación de entidades de titularidad pública, pero de derecho privado, es un rasgo común en muchos países. Empezó como un medio para orillar algunas de las restricciones que impone a las Administraciones públicas la necesidad de trabajar según un reglamento que, siempre y por necesidad, es rígido, pues está pensado para proteger los derechos de los ciudadanos y la corrección de procedimientos, sea en la elaboración de normas, en actividad inspectora, en tramitación de expedientes y cualquier otra actividad.

Posteriormente apareció la posibilidad de mejorar la retribución de las personas afectas a esos servicios, con oportunidades de escapar a la supervisión estrecha (o reducirla) por parte de la oposición y de los grupos de interés afectados por su actividad. Más adelante se convirtió en una moda y, también, en la posibilidad que encontró una parte de la burocracia pública para incrementar su poder y sus medios presupuestarios. Así, su expansión, en mimetismo de los pioneros, fue rápida.

En la web de la Casa Blanca de Estados Unidos se relacionan, ordenadas alfabéticamente, 137 agencias federales y comisiones. A veces tienen otros nombres, como Bureau, Organization, Service, Administration, National Service, Board, Commission, Centre, Institute, Counsel y otros como Foundation o Corporation. Todos tienen en común el hecho de ser independientes de la Administración. El número de agencias (y de organismos semejantes) con programas estadísticos alcanza los 98.

La realidad es que hay un gran número de cuerpos burocráticos, de coste elevado y con aportaciones que, en general, son discutibles. Estos cuerpos paraestatales, una vez constituidos, inician una vida propia financiada por el presupuesto estatal, caracterizada por estar poco controlada y con presunción de pervivencia, con independencia de la subsistencia o no de los problemas y circunstancias que la originaron. Así, subsisten organismos como el Advisory Council on Historic Preservation y, aunque desciende la población ocupada en agricultura, crece el empleo en el Department of Agriculture, hay un funcionario por cada seis agricultores.

En España y sus autonomías el proceso es similar. Sólo en Cataluña, la Administración autonómica cuenta con unas 50 entidades (agencias, institutos, consorcios, entes y fundaciones) y hay otras en proceso de creación, por la vía de transformar alguna sección incluida en una Consejería, o bien por creación ex novo. Algunas tienen capacidad reguladora, inspectora y sancionadora. En el campo del conocimiento y la investigación, además de las cinco relacionadas con Industria y Universidades hay otras tres y dos en proyecto, sin contar dos más incorporadas al anteproyecto de Llei Ciència.

Las críticas a la proliferación de agencias instan a que esas actividades vuelvan a la Administración, que ésta se limite a los poderes que tiene específicamente reconocidos y se eliminen los organismos que actúan como ministerios. Las propuestas correctoras piden que tengan un periodo de vida, tras el que se disuelvan. Lo mismo se postula para los programas que desarrollan, esto es, evaluación periódica y fin del programa si los resultados están por debajo de lo esperado o de lo que es razonable, de lo que es simple derroche o ineficiencia y de lo que es innecesario.

Hay funciones necesarias hechas por agencias (por ejemplo la Agencia Tributaria), que puede seguir como tal o volver al ministerio. Otras agencias y organismos independientes son obviamente convenientes y deben ser independientes, como el Tribunal de Defensa de la Competencia o la CNMV. Otros deben integrarse en el ministerio o consejería que les corresponda o desaparecer.

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