Vender es competir

La prolongada bonanza es la primera razón por la que la economía española debe encarar de frente su principal problema, la falta de competitividad, y su gran desencadenante, la inflación. Dos datos publicados ayer han de hacer reflexionar a las autoridades, pero también al sector privado. El primero, la confirmación de que el IPC se disparó al 4,2% en enero, a pesar de ser el mes de las rebajas. Lo hizo a causa de los precios de la energía, pero también de la alimentación. El resultado: un abismo del 1,8% de diferencial con la zona euro. Que la inflación subyacente -excluye energía y alimentos frescos- se haya mantenido en el 2,9% da un respiro. Pero se equivoca el Gobierno si no pone aún más urgencia en su plan de choque contra la inflación. La prueba está en el segundo dato. En 2005 España perdió 1,5 puntos de competitividad sólo vía precios con la UE-15, su principal mercado. Si para vender hay que ser competitivo, queda mucho por hacer.