_
_
_
_
æscaron;ltima

Las empresas europeas, volcadas en el 'lifting' del Atomium

Arcelor, BMW, Basf, Carrefour o JC Decaux contribuyen a la reapertura de este símbolo de Bruselas

El 'símbolo de nuestra época', como lo definió su proyectista André Watereyn en 1958, vuelve a brillar desde esta semana. El próximo sábado se abre al público el Atomium, un homenaje, según dijera su autor, 'a los científicos que han aumentado nuestros conocimientos sobre la materia'.

Las autoridades belgas han sufragado los 27,5 millones de euros invertidos en las obras de acondicionamiento, que han durado cerca de dos años. Pero numerosas empresas europeas se han volcado también en la restauración de un monumento que hace sólo dos años amenazaba ruina.

La siderúrgica hispano-francesa Arcelor, que en estos días intenta zafarse de la opa hostil de su rival Mittal, ha aportado el acero inoxidable para la construcción de la zona de recepción de visitantes (se espera un millón de personas al año). El grupo automovilístico BMW financia el alumbrado interior de las nueve esferas, obra del diseñador de la luz Ingo Maurer. Y los supermercados GB, del grupo Carrefour, se harán cargo regularmente de una parte de los gastos de las recepciones y eventos que se celebren en el Atomium.

Las empresas aseguran que ha sido un privilegio participar en la recuperación de esta joya de la arquitectura. Algunas, como la multinacional química Basf, incluso habían colaborado en su construcción original. Pero Henri Simons, el presidente de la sociedad sin ánimo de lucro que ha coordinado las obras, recordó anteayer durante la inauguración oficial que cuando se hizo cargo del proyecto en 2001 'se trataba de un auténtico reto técnico, artístico y presupuestario'.

Bruselas, y prácticamente toda Bélgica, ha seguido con la respiración contenida la aparatosa colocación de las 50.000 piezas de acero que conforman la nueva piel del Atomium. 'Más que obreros, casi necesitábamos trapecistas', se entusiasma Inès Devlieghere, de la Oficina de Turismo belga, a los pies del monumento de 104 metros de altura.

Los trabajadores, algunos rescatados para la ocasión de las filas del paro, recibieron la formación adecuada a estas tareas de equilibrio. 'Ahora reciben encargos para trabajos similares en lugares tan remotos como Dubai', explica Devlieghere.

La obra también ha cuidado el aspecto medioambiental y las esferas cuentan con recuperadores de energía y electricidad verde suministrada por Electrabel. Todo un símbolo de los tiempos en este antiguo emblema de la energía nuclear.

Pero la reforma también ha buscado la alianza entre la técnica y la poesía. Y la unión se plasma en la obra de la artista española Alicia Framis. Una docena de moléculas de lluvia que penden del techo de la esfera infantil y en las que podrán reposar los niños de hasta 12 años. Se trata de bolas de fibra de vidrio verdes y rojas -los colores básicos que se usan en todo el edificio- que pueden ser bajadas para servir de camas.

La decoración interior rinde tributo, además, a los grandes nombres del diseño de los años cincuenta, desde el todavía vigente sofá Marshmallow, de George Nelson, al precursor de los taburetes de barra, Elephant Stool, del japonés Sori Yanagi.

Y la publicidad de todos estos cambios está garantizada con la colaboración de las empresas nacionales de comunicación y de la multinacional JC Decaux.

Archivado En

_
_