La inflación española dobla a la alemana
Hoy el INE publica la inflación correspondiente a enero de 2006. Nuestra previsión para la inflación anual total en enero de 2006 es que continúe aumentando para alcanzar un 4,2%, coincidiendo con la estimación preliminar que publicó el INE el pasado 2 de febrero, respecto al 3,4% registrado en media en 2005. Esta predicción incorpora las medidas adoptadas por las diferentes Administraciones públicas ante la coyuntura actual caracterizada por los elevados precios del crudo.
Para analizar las importantes implicaciones de esta previsión conviene desagregar el IPC total en sectores básicos que corresponden a mercados suficientemente homogéneos, atendiendo a sus diferentes características de oferta y demanda. La desagregación empleada en este análisis distingue los siguientes sectores: alimentos elaborados (17%), bienes industriales no energéticos (30%), servicios (35%), alimentos no elaborados (9%) y energía (9%). Entre paréntesis aparece la ponderación de cada subíndice de precios sobre el IPC total vigente en 2005, dado que hasta hoy no se harán públicos los nuevos pesos de 2006.
El nuevo sistema de IPC, implementado por vez primera con base 2001, contempla, como una de las novedades más relevantes, la revisión anual de las ponderaciones para determinados niveles de desagregación, provenientes de la nueva encuesta continua de presupuestos familiares de periodicidad anual. Adicionalmente, el nuevo sistema contempla la realización de un cambio de base cada cinco años. En este nuevo cambio de base trabajará el INE durante 2006 para publicar en 2007 el nuevo IPC con base 2006. Por consiguiente, el dato que se publica hoy está basado en la base actual 2001 y puede incorporar nuevas ponderaciones, pero no al nivel más desagregado.
Atendiendo a esta clasificación, el 4,2% de inflación total se divide en un 4,3% de inflación en alimentos elaborados, componente que contiene el IPC de aceites y grasas y de tabaco, 1,2% en bienes industriales no energéticos, 4,1% en servicios, 5,1% en alimentos frescos y 14,4% en energía. Agregando los subíndices de precios de los tres primeros sectores -caracterizados por una evolución más suave y un mayor peso- se calcula la inflación subyacente, que aumentará en enero de 2006 a un 3,1% respecto al 2,7% registrado en media en 2005. Como puede apreciarse, el sector energético es el más inflacionista, seguido de los alimentos y los servicios. Así pues, la evolución del precio del crudo continúa constituyendo un riesgo al alza para la inflación. Si bien hasta finales de 2005 los efectos indirectos derivados de los elevados niveles del precio del petróleo se estaban compensando con el efecto opuesto procedente de otros factores determinantes de la inflación, tales como la moderación salarial y la eficiencia en la producción que conlleva la globalización, en el próximo trimestre no se dará tal compensación pues esperamos que la inflación se sitúe en un 4,1% en media en el primer trimestre de 2006.
Esta grave situación conlleva, además, una ampliación del por sí elevado diferencial de inflación con la unión monetaria. El IPC alemán de enero se mantuvo en el 2,1% registrado en diciembre. El problema de los elevados precios del crudo afecta a todos los países, por consiguiente, son otros factores, de gran envergadura, relacionados con problemas de mayor presión de demanda interna; de falta de eficiencia y transparencia en los mecanismos de formación de los precios que, además, empeoran el problema del exceso de demanda dado que no contribuyen a reducirlo, y medidas de política, tanto fiscal como monetaria, que tampoco ayudan a paliar el problema de demanda, los que explicarían este sustancial diferencial de inflación que presenta España respecto a los principales socios comunitarios.
Para enero de 2006 se espera que la inflación anual en el conjunto de la zona euro repunte a un 2,5%, como consecuencia del aumento en los precios energéticos y los subsiguientes efectos indirectos en los precios de los restantes componentes. Para tratar de reducir la elevada inflación que nos caracteriza, y por ende el relevante diferencial de inflación que merma nuestra competitividad, son necesarias, basándonos en el análisis desagregado descrito anteriormente, medidas encaminadas a reducir la inflación en los sectores más inflacionistas, energía, alimentación y servicios. En esta línea, son necesarias medidas orientadas a reducir la presión de la demanda interna y a evitar abusos de poder en la formación de los precios. También es importante una mayor previsión a la hora de planificar estas medidas, dada la complejidad de su implementación y su carácter mayoritariamente estructural, para evitar episodios tan inflacionistas como el de enero de 2006.