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CincoSentidos

Cuando el delfín no quiere heredar el negocio familiar

Tomar el timón de una empresa sin desearlo es un error. Hay otras opciones

Una licenciatura en Georgetown. Un doctorado en Harvard. Un MBA por Wharton. Un puesto en el pequeño negocio levantado por el abuelo. 'Cuando volví de Wharton estaba llena de planes. Pensaba quedarme un poco en España y regresar a Estados Unidos porque tenía un par de buenas ofertas en Nueva York. Mi intención era estar fuera cuatro o cinco años y después incorporarme a la empresa de la familia. Pero me encontré con que los planes aquí ya estaban hechos y, después de una crisis muy fuerte, terminé cediendo'.

El sentido del deber filial de Ángeles es la cadena de acero que la mantiene unida a la empresa de su familia. Aunque han pasado nueve años desde que volvió a España, todavía hoy tiene pequeñas crisis de angustia. 'Sé que mi abuelo ha trabajado toda su vida para levantar este negocio y sé también que no soy capaz de marcharme y destruir eso', confiesa.

Los analistas del sector de la empresa familiar ven estos casos con frecuencia. Acostumbrados a mediar entre empresarios curtidos y herederos que no quieren serlo tienen claro que es una patología que no resulta extraña en este tipo de empresa. 'Se da sobre todo en las empresas medianas y pequeñas, cuando el heredero piensa que económica o profesionalmente puede hacer algo fuera que iguale o mejore su futuro en la compañía familiar', apunta Juan Corona, catedrático de Empresa Familiar en la Universidad de Barcelona y director académico del Instituto de la Empresa Familiar.

El dolor que generan estos conflictos golpea a ambas partes. Mientras la decepción que experimenta el empresario suele reflejarse en un descenso de su dedicación a la empresa, en el heredero se traduce en una crisis personal que, a veces, se es incapaz de superar. 'Hay hijos que se atreven a explicar a su padre que no les interesa trabajar en la empresa, pero hay otros que se callan y acaban haciendo lo que les gusta a sus padres. Esto no se debe hacer nunca, porque cuando faltan los padres lo primero que hace esa gente es desprenderse de la empresa', sostiene Corona.

En ocasiones, el problema se soluciona satisfactoriamente para ambas partes sin necesidad de acudir a una solución drástica. Como explica José Félix Gálvez, socio de Landwell y experto en empresa familiar, 'a veces hay otros hijos o, si se trata de una empresa de segunda generación, hay otros primos que aceptan suceder al fundador'. Otras veces, el golpe llega por sorpresa. 'Las situaciones más dramáticas surgen cuando el heredero confiesa que no quiere seguir por causa de una crisis personal del tipo que sea. Hay un plan de sucesión, hay un futuro bien definido y, de pronto, se produce un cambio, una crisis en el heredero que hace que todo eso se trunque', explica Gálvez.

Cuando llega el momento, coinciden los expertos, lo mejor que se puede hacer es ser realista, asumir la situación y buscar la mejor solución para ambas partes. En la mayor parte de las ocasiones, la salida es doble: o bien se vende la empresa o bien el heredero conserva el papel de propietario y profesionaliza la gestión de la compañía a través de un directivo externo. 'Cuando la familia decide no continuar ni con el gobierno ni con la gestión de la empresa la mejor alternativa es planificar la venta accionarial, haciéndolo en el momento oportuno y en las condiciones más beneficiosas para todos los miembros de la familia', explican desde la Fundación Nexia.

Vender en el momento oportuno es el consejo unánime de los asesores de empresas familiares. 'Si se decide desinvertir hay que hacerlo cuanto antes, en el momento en que la empresa está en la cúspide. No se debe esperar a que pierda imagen y tener que cederla por cuatro euros', señala Corona.

En caso de optar por la profesionalización, hay que tomarse con calma la labor de elegir al gestor que llevará las riendas del negocio cuando el empresario falte o se retire y el heredero asuma la condición de propietario. 'Si se hace bien es una opción que puede funcionar, porque a largo plazo la profesionalización es el futuro de las empresas. Pero hay que ser precavido: si uno se desentiende de la compañía el directivo puede terminar haciendo lo que quiera. Hay que elegir bien a la persona', añade.

Desde la Fundación Noxia, apuntan una tercera opción: un socio. 'Una posibilidad es tratar de encontrar un socio externo de forma que se asocie la empresa familiar con otra firma que lleve el negocio en unas condiciones reguladas y previamente acordadas', explican. Sea cual sea la solución, el objetivo debe ser, no sólo encontrar una salida apropiada para la empresa, sino permitir que el heredero tenga la posibilidad de vivir su propia vida.

Trabajar fuera unos años para curar inseguridades

Encauzar a los herederos desde la niñez para que cuando sean adultos acepten con ilusión trabajar en la empresa es la mejor medicina contra sorpresas de última hora. 'Se trata de un mecanismo que se inicia en el propio hogar, continúa cuando los hijos se incorporan a la empresa y puede durar varios años para cubrir las distintas etapas de planificación, preparación, traspaso y retirada del líder o fundador', señalan desde la Fundación Nexia. Otro consejo de los expertos es hacer lo posible para que el futuro heredero trabaje unos años fuera de la empresa antes de incorporarse al negocio familiar. 'Si sale bien refuerza el vínculo con la empresa porque cura inseguridades. Se quita la sensación al heredero de que si tiene éxito es porque trabaja con su familia', explica José Félix Gálvez.

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