Las opas caldean el ambiente
Dicen los que viajan mucho que los restaurantes de carretera en los que se ven muchos camiones aparcados suelen ser los de mejor relación entre calidad y precio. Se supone que los que pasan la vida en la carretera saben lo que hacen.
Esta misma teoría puede servir para dar soporte a un mercado que en las últimas semanas ha dado alguna que otra señal de hastío. La febril actividad compradora de empresas y entidades de capital riesgo no da señales de remitir en este año 2006 después de un 2005 muy fuerte. Y esto es bueno para el mercado, porque si el que se supone es el dinero más inteligente considera que merece la pena pagar el precio de mercado más una prima para comprar una compañía, significa que la cotización puede no estar tan ajustada como habíamos pensado inicialmente.
Las operaciones de Italia -aunque a BBVA le hayan adelantado por la derecha-, la de Endesa, la de Portugal Telecom y, sobre todo, el puñado de movimientos de menor calado que se han visto últimamente dicen una cosa: que hay formas de hacer dinero a los precios actuales.
Mucho tiene que ver en esta tendencia la resaca, todavía, de la crisis posterior a 2000. Las empresas, se pillasen o no los dedos con la deuda durante la época de vacas gordas, tuvieron o quisieron hacer frente a duros programas de saneamiento. Programas que dejaron a unas industrias con margen de maniobra para ser compradoras y a otras perfectamente limpias y empaquetadas para ser compradas.
Todos los expertos dicen que las cosas van a seguir por esta misma línea, gracias sobre todo a los bajos costes de financiación. Históricamente los tipos bajos coincidían con etapas de estancamiento económico y, por lo tanto, de magros beneficios. Pero la era de la globalización permite que un país pase un mal momento económico mientras las compañías registran fuertes crecimientos en sus resultados.